Conoce la cultura de Alemania

Dada la importancia que este país ha tenido para la historia mundial, las costumbres y preocupaciones de los alemanes se reflejan en una herencia artística muy rica: desde la belleza claustrofóbica de sus catedrales al legado de algunos de los filósofos más influyentes del mundo; desde la importancia de los compositores clásicos hasta la música grunge contemporánea; desde el genio de Goethe hasta el teatro revolucionario de Brecht; desde el romántico Friedrich al visceral expresionismo; desde el anarquismo dadaísta hasta los postulados de la Bauhaus, con Gropius y Mies van der Rohe. El alcance del arte alemán es tal que podría suponer el eje central de toda una visita.

Uno de los artistas alemanes más excepcionales que han existido, Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), cultivó la poesía, el teatro, la pintura, la filosofía y la ciencia. Su mayor obra, el drama Fausto, es una auténtica y excepcional epopeya sobre la búsqueda agónica y comprometida de la perfección que nunca se logrará. La grandeza de Goethe puede equipararse a Johann Sebastian Bach, Ludwig van Beethoven y Richard Wagner. El país germano también está dotado de un excepcional arte plástico. La escultura gótica de Peter Vischer y sus cinco hijos, los retratos renacentistas de Durero y la arquitectura barroca de Balthasar Neumann son magníficos ejemplos. La excelencia del arte germano persiste en lenguajes más recientes, como la cinematografía. Antes de la II Guerra Mundial, el celuloide alemán creó en los estudios de la UFA obras maestras como El gabinete del doctor Caligari (Robert Wiene, 1920), Nosferatu (Friedrich Murnau, 1922) y Metrópolis (Fritz Lang, 1926). En la actualidad destacan las obras de Fassbinder, Volker Schlöndorff y Wim Wenders.

La dieta alemana se fundamenta en la carne y las patatas, a pesar del progresivo aumento de restaurantes vegetarianos en los últimos años. Un buen desayuno alemán se compone de bollos, mermelada, queso, carnes frías, huevos cocidos y café o té. La principal comida del día es el almuerzo pero, según la abundancia del desayuno, se puede tomar un Bratwurst a mediodía en cualquiera de los numerosos Imbiss (puesto de comida para llevar). Si bien la cena se supone más ligera, suele traducirse en un plato de salchichas acompañadas de unas bolas de masa hervida. La cerveza es la bebida nacional y uno de los fenómenos culturales que merece la pena explorar; es excelente y relativamente barata. En cada región y en cada cervecería se elabora con un gusto y una textura diferentes. Es preferible realizar una visita inesperada a cualquier cervecería antes que acudir a fiestas multitudinarias, como la Oktoberfest de Munich. En invierno, se puede experimentar el agradable aturdimiento provocado por el Glühwein, un vino fuerte y sazonado con especias.

A pesar de su inclinación a la mejora y modernización continuas, el país germano se aferra a sus tradiciones culturales. Los cazadores siguen vistiendo de color verde; los deshollinadores se pasean con sus trajes tiznados de carbón y su chistera; las mujeres bávaras se atavían con el Dirndl (falda y blusa); los hombres encuentran la ocasión de vestir con el típico Lederhosen bávaro (pantalón corto de cuero), un Loden (chaqueta corta) y un sombrero de fieltro. En la vida cotidiana, los alemanes actúan con formalidad, aunque más en el Norte que en el Sur. Al este del país, la población de edad más avanzada no está demasiado acostumbrada al turismo, de modo que se aconseja exagerar los buenos modales. Excepto en caso de extrema confianza, los alemanes entrados en años siguen empleando Herr y Frau en el trato diario. La transición del formal Sie (usted) al informal du (tú) normalmente se establece de mutuo acuerdo y se suele sellar con un brindis y un apretón de manos. Pero a la gente menor de los cuarenta les hace gracia una exagerada educación en el trato, ya que se considera un defecto del típico aprendiz de alemán.