Mucho antes de que Colón descubriera América en 1492, hace aproximadamente veinte mil años algunas tribus prehistóricas procedentes de Asia ya habían cruzado el estrecho de Bering que separa los dos continentes. Y hacia el año 1000 d.C. los vikingos, los primeros visitantes europeos en llegar, ya habían tratado de asentarse en Terranova, al norte del país. Cuando los europeos llegaron encontraron las tribus indias canadienses, con multitud de lenguas, costumbres, creencias religiosas, modelos comerciales, arte y artesanía, leyes y gobierno. Las luchas entre ingleses y franceses por conseguir el territorio finalizaron cuando, en 1534, el explorador francés Jacques Cartier remontó el río San Lorenzo hasta las actuales Montreal y Quebec; pero no fue hasta el siglo XVII cuando se fundaron las primeras colonias.
A principios del siglo XVII el explorador francés Samuel de Champlain fundó la ciudad de Quebec y en 1663 Canadá, que por entonces era hogar de unos tres mil colonos franceses, se convirtió en una provincia de Francia. Cuando los galos iniciaron el comercio de pieles, los británicos entraron en escena y crearon, en 1670, la Compañía de la Bahía de Hudson, con la intención de repartirse este negocio. Durante cierto tiempo, ambas culturas europeas convivieron en paz hasta el estallido de la Guerra de los Siete Años, que se saldó con la derrota de los franceses y con la definitiva cesión de Nueva Francia a los británicos por el tratado de París (1763).
Al término de la rebelión de las colonias británicas de América (1775-1783), unos cincuenta mil colonos norteamericanos fieles a Gran Bretaña emigraron de Estados Unidos a Canadá, lo que equilibró bastante la población francesa y británica en el país. En la guerra de 1812 entre Estados Unidos y Gran Bretaña, los norteamericanos trataron de invadir Canadá en diversas ocasiones; temerosos de perder el control sobre la colonia americana, los británicos proclamaron la ley de 1867, mediante la cual se creaba un nuevo estado, la Confederación de Canadá. En 1885, finalizaba la construcción del ferrocarril canadiense del Pacífico, uno de los grandes capítulos de la historia del país, que unía las costas oriental y occidental. En 1912, todas las provincias formaban parte del gobierno central, a excepción de Terranova, que se sumaría en 1949.
Después de la I Guerra Mundial Canadá se había convertido en una potencia internacional. Durante la segunda gran contienda, luchó una vez más junto al bando británico contra Alemania, aunque esta vez también participó en acuerdos de defensa con Estados Unidos, declarando la guerra a Japón tras el ataque a Pearl Harbor.
En los años posteriores a la II Guerra Mundial se produjo una gran oleada inmigratoria, que se volvería a repetir durante los años sesenta; ciudadanos procedentes de países asiáticos, árabes, indios, italianos, hispanos y caribeños se instalaron en el país. El período de posguerra fue una época de expansión económica y prosperidad. Los festejos del centésimo aniversario en 1967 tuvieron como punto álgido la Exposición Internacional de Montreal. A partir de 1975, el gobierno firmó una serie de acuerdos con los pueblos nativos sobre el derecho a la tierra, concediéndoles el control de vastas extensiones territoriales en la parte norte.
Los levantamientos sociales en la década de los años sesenta pusieron de manifiesto el resentimiento que Quebec aún conservaba hacia la zona anglófona de Canadá. En 1976, el Partido quebequés, defensor de la independencia, venció en las elecciones provinciales. En 1980 se celebró un referéndum sobre la soberanía en el que los separatistas fueron derrotados por un 60 % de votos. En las elecciones de octubre de 1995, los resultados fueron mucho más ajustados, y la unidad del país se mantuvo por unos escasos miles de votos. El Primer Ministro, Jean Chrétien, ha tratado de apaciguar los ánimos de los habitantes de Quebec mediante el reconocimiento de una _sociedad diferencial_ en la provincia. En el año 2000, Chrétien convocó elecciones anticipadas y se aseguró su continuidad en el cargo durante el que será su tercer mandato. Mientras tanto, se continúa lamentando la muerte del antiguo primer ministro Pierre Trudeau, y la decepción por no haber conseguido ser la sede de los Juegos Olímpicos de 2008 está desvaneciendo poco a poco. Otros asuntos de interés a tener en cuenta por el gobierno canadiense durante los primeros años del nuevo milenio son los impuestos, el mantenimiento de los programas sociales y la seguridad nacional a raíz de los atentados terroristas del 11 de septiembre 2001 en Estados Unidos.
Los últimos años de la historia de Canadá se caracterizan por las tensas relaciones entre el poder ejecutivo y el legislativo y una vuelta a la austeridad económica, si bien es cierto que en conjunto el país no ha sufrido la recesión económica. Los bancos y las instituciones financieras canadienses no están demasiado endeudadas y sus niveles de desempleo (8,1% en mayo de 2010) son bastante aceptables.