La caligrafía ha sido considerada tradicionalmente como la forma de arte visual más elevada de China, hasta el punto de juzgarse el carácter de una persona por la elegancia de su escritura. Por todo el país pueden apreciarse ejemplos de caligrafía decorativa en templos, paredes de cuevas, laderas de montañas y monumentos. Los instrumentos básicos de la caligrafía, el pincel y la tinta, son también las herramientas de la pintura china, en la que los únicos elementos relevantes son el trazado de la línea y el tono.
A pesar de los estragos del tiempo, la guerra y las ideologías, desde el punto de vista arquitectónico aún hay mucho por ver. Entre los restos del pasado, figuran las construcciones imperiales de Pekín, los edificios coloniales de Shangai, algún que otro pueblo y templos budistas, confucionistas y taoístas. El arte funerario ya era característico de la cultura china desde el neolítico (9000-6000 a.C.) y abarcaba desde vasijas rituales y armas hasta figuras de cerámica, jade y recipientes de sacrificio elaborados en bronce. La producción de alfarería es casi igual de antigua, y en ella destaca el primer prototipo de porcelana del mundo, realizado en el siglo VI d.C. en China, que alcanzó su máximo esplendor artístico bajo el reinado de la dinastía Song.
El idioma oficial de China es el mandarín, tal y como se habla en la capital; se denomina putonghua. Alrededor del 70% de la población lo utiliza, pero existen multitud de dialectos y dialectos dentro de dialectos escasamente inteligibles entre sí. De las siete variedades principales, el cantonés es el más común entre los chinos residentes en otros países, además de ser la lengua franca de Guangdong, al sur de Guangxi, Hong Kong y, hasta cierto punto, Macao.
El patrimonio literario chino es inmenso pero, desgraciadamente, inasequible para los lectores occidentales debido a la imposibilidad de su traducción. Tradicionalmente, existen dos formas: la clásica, principalmente confuciana, y la vernácula, como las épicas en prosa de la dinastía Ming. Al teatro chino se lo denomina también ópera, por la importancia que desempeña la música en el mismo, y ha dado lugar a una amplia variedad de estilos artísticos tales como la acrobacia, las artes marciales y la danza. Muchos cinéfilos occidentales son admiradores del cine chino, cuyas producciones se exhiben con gran éxito en los festivales de cine y en las salas alternativas. En los últimos años, ha surgido un grupo de directores de quinta generación de gran talento, posteriores a la Revolución Cultural, entre los que sobresalen Zhang Yimou (Sorgo Rojo), Chen Kaige (Adiós a mi concubina), Wu Ziniu y Tian Zhuangzhuang. No hay que olvidar a los directores de cine de acción de mezcla oriental y occidental de Hong Kong, como John Woo (Hard Boiled) y Ringo Lam (Full Contact), con los que se completa la madura e insigne industria del cine chino.
La gastronomía china es merecidamente famosa; a pesar de su gran variedad, no es recomendable para los escrupulosos. La cocina china consiste en crear platos ingeniosos con un número limitado de ingredientes. Podemos encontrar cuatro estilos gastronómicos regionales: Beijing/mandarín y Shandong, con pan y tallarines cocidos al vapor como productos de primera necesidad; cantonesa y Chaozhou, carne y verduras poco cocinadas; Shangai, cuna de la cocina roja y de las costillas de cerdo wuxi; y Sichuan, comida muy condimentada y con abundante chile. El té es la bebida sin alcohol más común, aunque los refrescos de cola están ganando adeptos; la cerveza es, con diferencia, la bebida alcohólica más popular. El “vino” es un término bastante amplio que incluye brebajes oxidados y de hierbas, vino de arroz, y vino con lagartos, abejas o serpientes en adobo. Otra de las bebidas alcohólicas favoritas es el maotai, una bebida muy fuerte a base de sorgo, cuyo olor se asemeja al alcohol de 96º.