Edimburgo
La capital escocesa, una de las ciudades más bellas de Europa, destaca por su espectacular emplazamiento, su extraordinario patrimonio arquitectónico y su vigor cultural. Las pobladas viviendas de la histórica Old Town (la parte antigua) contrastan con la ordenada cuadrícula georgiana de la New Town (la parte nueva), que en muchas urbes se consideraría un enclave histórico en sí mismo; ambas zonas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995. Como escenario de fondo, se puede vislumbrar el Firth of Forth, las montañas Pentland y la ya clásica montaña Calton, permanentemente nevada.
La urbe puede visitarse a pie, y es conveniente iniciar el recorrido desde el castillo de Edimburgo. Esta bella y romántica fortaleza, situada en el límite occidental de la Milla Real y sobre la regia residencia de Holyrood, se alza como recordatorio del pasado sangriento de la ciudad. Sus cimientos datan del 850 a.C., y los vestigios más antiguos que aún perduran se construyeron en el año 1130. Desde el siglo XI hasta el XVI, se constituyó como la sede simbólica de la realeza escocesa, y en la actualidad se ha convertido en el emplazamiento de la división escocesa del ejército. En esta vía pública se puede apreciar un extraordinario paisaje urbanístico, que ha permanecido intacto desde los siglos XVI y XVII; paseando por alguna de las callejuelas que se dirigen a la Milla, el viajero puede adentrarse a épocas pretéritas. Diversos monumentos y edificios restaurados de esta vecindad ofrecen una visión fascinante de la vida urbana que se desarrolló en el siglo XVII.
Merece la pena escalar la cercana montaña Calton para descubrir las espléndidas panorámicas de la ciudad y los monumentos románticos de la Ilustración, cuando Edimburgo estaba considerada la Atenas del Norte. Antes de descender a la New Town, se recomienda la visita a Greyfriars Kirk, donde se firmó la Alianza Nacional en 1638. El cementerio de su conocida iglesia fue el escenario de una de las películas más desgarradoras de Disney, Greyfriars Bobby.
Al Norte se encuentra el distrito de New Town, separado por la hundida vía férrea y los jardines de Princes Street; en este parque permanece el monumento gótico dedicado al novelista y poeta escocés Sir Walter Scott. Las bellas plazas, glorietas y edificios de New Town reflejan la elegancia y el orden georgianos. La Galería Nacional de Escocia alberga una impresionante colección de arte europeo, mientras que la historia escocesa se refleja en las obras expuestas en la Galería Nacional de Retratos de Escocia.
La metrópoli escocesa goza de una rica y variada vida cultural. Muestra de ello son sus internacionalmente conocidos festivales, como el Militar Tattoo, el Fringe y el Festival de Edimburgo. Si se pretende visitar la ciudad durante estos eventos, todos ellos programados en agosto, es imprescindible reservar alojamiento con bastante antelación. Una buena forma de descubrir la vida cotidiana de los lugareños es hospedándose en un Bed and Breakfast. Muchos de ellos se encuentran al norte de New Town y en el barrio de Newington, al sur del centro urbano. En las afueras de la ciudad se concentran numerosos albergues juveniles. Sorprendentemente, la Milla Real ofrece muchos restaurantes económicos, de calidad y especializados en diversas gastronomías; el viajero puede escoger desde un satay de Singapur hasta la cocina tradicional escocesa.
Glasgow
A tan sólo 48 km de Edimburgo se encuentra Glasgow que, a pesar de haber permanecido durante mucho tiempo a la sombra de la capital, ha dejado atrás el fantasma del desempleo, la recesión económica y la violencia urbana. En las décadas de 1980 y 1990 esta urbe avanzó cualitativamente desde el punto de vista social y cultural. Indudablemente, Glasgow puede considerarse una auténtica ciudad escocesa rebosante de energía y vitalidad. El centro urbano se construyó sobre una cuadrícula plana en la orilla norte del río naviero Clyde. Las zonas de interés se diseminan a lo largo de la metrópoli; Sauchiehall St. concentra la mayor parte de establecimientos comerciales, pubs y restaurantes.
La ciudad antigua se halla al Este, bordeando la catedral de Glasgow, obra maestra del Gótico que se ha mantenido intacta hasta nuestros días, el Museo de San Mungo de la vida y arte religiosos y la casa señorial de Provand, una de las construcciones más antiguas de la urbe que data del siglo XV. Hacia el Oeste puede recorrerse un paseo muy interesante que atraviesa las elegantes edificaciones y estructuras comerciales de la Merchant City, del siglo XVIII. La concurrida calle Sauchiehall acoge las obras maestras del Art Nouveau de Charles Rennie Mackintosh: la Escuela de Arte de Glasgow y la Willow Tearoom, aún en activo. Introducirse en la casa Tenement supone trasladarse al pasado, ya que nos revela la forma de vida de la clase media de esta ciudad a comienzos del siglo XX.
También es imprescindible descubrir la Burell Collection, que se encuentra en el parque Pollok 5 km al sur de la ciudad. Esta colección acoge en su bello edificio de reciente construcción porcelana china, mobiliario medieval y pinturas impresionistas.
Saint Andrews
Esta bella y curiosa ciudad mezcla vestigios del medievo con paisajes costeros azotados por las ventiscas, campos de golf y la universidad escocesa más antigua. La que fuera capital eclesiástica del país ha moldeado su personalidad mediante el golf. Saint Andrews acoge el Royal & Ancient Golf Club y uno de los más famosos campos de golf, el Old Course. Por encima de la bahía se alzan los restos de su castillo, cerca de las reliquias que formaron parte de su catedral, una de las más impresionantes del territorio escocés antes de ser saqueada durante la reforma. En el casco urbano, los recintos medievales comunican con las calles adoquinadas, las puertas de la ciudad, las capillas, una cruz medieval y los museos, que se encuentran en sus inmediaciones. Al igual que las universidades contemporáneas de Cambridge y Oxford, la de Saint Andrews carece de campus y sus edificios están diseminados por el centro de la urbe.
Islas Hébridas interiores
Las Hébridas interiores, en la costa occidental de Escocia, son el archipiélago más accesible y están consideradas las más bellas del país.
Jura, cercana a la costa de Strathclyde, se caracteriza por su paisaje agreste y desértico, y entre sus principales atracciones destacan sus solitarios paseos, las suaves ondulaciones de sus montañas (los Paps de Jura), su destilería de whisky y los torbellinos que se desatan con fuerza a poca distancia de la costa. Islay, la más meridional de las Hébridas interiores, es famosa por su whisky de malta ahumado. El Museo de la Vida de Islay, en Port Charlotte, repasa la larga historia de la isla; la cruz de Kildaton, del siglo VIII, es una de las mejores muestras de arte celta que aún pervive. Otras atracciones de la isla son los restos de sus castillos y unas doscientas cincuenta especies de aves.
Un poco más al norte, Colonsay, una de las Hébridas interiores más remotas, conserva intactos sus acantilados, sus costas rocosas y sus bahías de arena. Entre su fauna destacan las focas grises y las cabras montés. Mull es una de las islas más populares, con impresionantes vistas de las montañas, castillos, una red férrea y sus pequeñas poblaciones llenas de encanto. Su capital, Tobermory, es un puerto pesquero bastante pintoresco. El retiro espiritual de Iona, un primitivo centro cristiano fundado por san Columbano, está situado en el extremo suroeste de Mull. Más al Norte, Coll ofrece senderos muy conocidos entre los paseantes, un sol radiante, mucho viento, poca gente, dos castillos y un santuario de aves. Al Suroeste, se encuentra Tiree, una isla de poca altura con bellas playas de arena y una de las mejores zonas de Gran Bretaña para disfrutar del sol.
La gran y accidentada isla de Skye atrae a muchos visitantes a pesar de contar con un clima muy variable. Sin embargo, está llena de recovecos y rodeada de paseos costeros de impresionantes paisajes; en el interior, las rocas Cuillins atraen a los escaladores más experimentados.
Aberdeen
La mayor parte de las construcciones de Aberdeen están realizadas con granito, incluso las calles, lo que dota a esta ciudad de una sinfonía en grises. La piedra de color plateado, al empaparse por el sol y la lluvia, muestra un brillo irreal, a diferencia de los resultados ante un día nublado. Aberdeen, un lugar muy limpio y rebosante de civismo, se ha convertido en el puerto de servicio para una de las mayores plataformas petrolíferas del mundo. Su numerosa población es el resultado de una mezcla de trabajadores del crudo y estudiantes. En torno al concurrido puerto convergen el sugestivo mercado de pescado y su importante Museo Marítimo. En las cercanías de Union Street, una de las vías públicas más relevantes de la ciudad, se encuentran la histórica Castlegate, la edificación medieval de Provost Skene y la Galería de Arte de Aberdeen, que alberga una importante colección de arte moderno y prerafaelita.
Área de Aviemore
Aviemore, la ciudad de las Highlands, es el punto de partida para acceder a las montañas Cairngorm, un verdadero paraíso para excursionistas y esquiadores. Situada en la única meseta ártica de Gran Bretaña, la zona atrae a una fauna poco común en la zona, como la marta, el gato montés, la ardilla roja, el águila pescadora (en especial cerca del Boat of Garten) y el ciervo. La pesca de salmón en las aguas del río Spey y en los lagos colindantes se ha convertido en una verdadera tradición. La finca Rothiemurchus y el parque forestal de Glenmore conservan acres de pinos y piceas; allí se organizan paseos y excursiones guiadas, y se puede practicar una gran variedad de deportes acuáticos.