Conoce la historia de Estados Unidos

Los primeros habitantes paleoindígenas llegaron hasta Norteamérica desde Asia a través de lo que hoy conocemos como estrecho de Bering. Durante los siguientes veinte mil años, estos primeros colonos se hallaron esencialmente solos para desarrollar culturas dinámicas y bien diferenciadas. Hoy, sus descendientes incluyen la tribu pueblo en Nuevo México, los apaches en Texas, los navajo en Arizona, Colorado y Utah, los hopi en Arizona, los crow en Montana, los cherokee en Carolina del Norte y los mohawk e iroqueses en el estado de Nueva York.

El explorador vikingo Leif Eriksson fue el habitante del continente europeo que puso el pie en América del Norte, unos quinientos años antes de que Colón descubriera accidentalmente indios en La Española (la actual Haití) en 1492. A mediados de la década de 1550, ya había sido recorrida por una procesión de exploradores españoles, portugueses, ingleses y franceses. Las primeras colonias atrajeron a inmigrantes que buscaban enriquecerse rápidamente y regresar a su patria, pero pronto les sucedieron otros cuyo objetivo era colonizar.

Los españoles fundaron el primer asentamiento europeo permanente en San Agustín (Florida) en 1565; los franceses se instalaron en Maine en 1602, mientras que Jamestown, en Virginia, se convirtió en la primera avanzadilla inglesa, en 1607. Los primeros africanos desembarcaron un año antes de que lo hicieran los peregrinos puritanos de las islas británicas que escapaban de la persecución religiosa. Estos últimos fundaron una colonia en Plymouth Rock (Massachusetts), en 1620, y firmaron el famoso Pacto del Mayflower, una declaración de autogobierno que repercutiría en la Declaración de Independencia y en la Constitución estadounidense.

Los intentos británicos por mantener la autoridad sobre sus trece colonias norteamericanas les condujeron a las guerras contra Francia y contra los indios (1757-1763). Los británicos obtuvieron la victoria, pero a costa de una descomunal deuda de guerra que intentaron solventar imponiendo nuevas tasas al té. El clamor popular que rezaba “ningún impuesto sin representación” unió a las colonias, que arrojaron todo un cargamento de té por la borda durante la Boston Tea Party. El general Cornwallis, acorralado, se rindió al mandatario americano George Washington cinco años más tarde, en 1781, en Yorktown, Virginia.

En el siglo XIX, el lema americano fue “Manifest Destiny”, es decir, la supuesta inevitabilidad de la expansión territorial continua hacia el Pacífico. Una combinación de compras de tierras, diplomacia y guerras de conquista brindó a Estados Unidos su configuración actual hacia 1850. La batalla de El Álamo, durante la revolución texana de 1835, abrió el camino a la independencia de Texas respecto de México, y la guerra con México (1846-1848) otorgó al joven país la mayor parte del Suroeste, incluyendo California. La aniquilación sistemática de los búfalos, la presa de caza de los indios de las llanuras; la usurpación de sus tierras y una serie de tratados que no valían ni siquiera el papel en el que se habían escrito, propiciaron el agrupamiento de los indígenas en reservas, desprovistos de sus medios de subsistencia y de la conexión espiritual con su tierra.

La inmigración del siglo XIX alteró de forma drástica el paisaje cultural, puesto que a los colonos de ascendencia británica se les unieron centroeuropeos y chinos atraídos hasta California por la fiebre del oro de 1849. El Sur se mantuvo vinculado a una vida agraria que dependía del trabajo de los esclavos afroamericanos. Las tensiones se hallaban en su apogeo cuando el abolicionista Abraham Lincoln fue elegido presidente en 1860. El Sur cedió en principio a los dictados de la Unión, pero al año siguiente estallaba la guerra civil. El Norte acabó dominando en 1865, liberó a los esclavos e introdujo el sufragio para los varones adultos. En cualquier caso, las intenciones de reconstrucción de Lincoln murieron con él.

La derrota infligida por los estadounidenses al ejército español en 1898 marcó el acceso de Estados Unidos a la categoría de superpotencia y despertó al país de sus sueños aislacionistas. Cuando al estallar la I Guerra Mundial, los yanquis decidieron no ensuciarse los pies en las trincheras, estaban realizando una maniobra altamente provechosa; finalmente, en 1917 enviaron a cerca de un millón de soldados para poner a raya a los alemanes. Las celebraciones posteriores a la guerra quedaron truncadas por la Prohibición, en 1920. El hundimiento del mercado de valores en 1929 señaló el inicio de la Gran Depresión y a la larga el del New Deal de Roosevelt.

Después de que los japoneses atacaran Pearl Harbor, en 1941, Estados Unidos asumió el liderazgo al derrotar a las potencias del Eje. En 1945 las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki no sólo representaron el fin de la guerra con Japón, sino que dieron el pistoletazo de salida a la era nuclear. El fin de la II Guerra Mundial se encadenó con la guerra fría, un período de prosperidad interior. Una serie de políticos, como el senador Joe McCarthy se aprovecharon del clima existente para atizar las llamas del anticomunismo, mientras que la Unión Soviética y Estados Unidos acumularon armas nucleares y combatieron en guerras a través de sus leales intermediarios, como en Corea, África y el sureste asiático. Las tensiones entre ambas potencias alcanzaron su punto álgido en octubre de 1962 durante la crisis de los Misiles de Cuba.

La década de 1960 trajo consigo profundos cambios sociales gracias, sobre todo, al movimiento por los derechos civiles, las protestas por la guerra de Vietnam, el sexo, las drogas y el rock and roll. El movimiento por los derechos civiles adquirió un gran ímpetu en 1955 con ocasión de un boicot a los medios de transporte en Montgomery, Alabama. Como movimiento de protesta no violenta, aspiraba a acabar con la segregación y conseguir el derecho al voto para los negros del Sur, desasistidos legalmente. Alcanzó su clímax en 1963 con el célebre discurso en Washington de Martin Luther King que comenzaba con las palabras “He tenido un sueño”, y con la emblemática aprobación del Acta por los Derechos Civiles en 1964 y el Acta por los Derechos de Voto en 1965.

Entretanto, la juventud estadounidense empezaba a renegar del conformismo de la década anterior, dejándose crecer el pelo y aficionándose a las drogas. “Sintoniza, excítate, cuélgalo todo” era el lema de una generación que protestaba contra la guerra de Vietnam. Los asesinatos de líderes políticos -John y Robert Kennedy, Malcolm X y Martin Luther King- deslucieron la fiesta, y las tropas atascadas en Vietnam acabaron con lo que quedaba de aquel espejismo. El alunizaje efectuado por la NASA en 1969 restauró de manera fugaz el orgullo nacional.

En 1974 Richard Nixon se convirtió en el primer presidente de la nación que renunció a su cargo a causa de su implicación en el caso Watergate, lo cual situó al patriotismo estadounidense bajo mínimos. Las décadas de 1970 y 1980 fueron un período de avance tecnológico y de declive industrial. La imagen que tenían de sí mismos se ganó tal reprimenda a manos del ayatolá Jomeini que inmediatamente se produjo una violenta reacción conservadora, simbolizada por la elección y por la sucesiva popularidad del actor y presidente Ronald Reagan, que gobernó durante dos mandatos. Estados Unidos se concentró en amedrentar a sus vecinos pobres de América Central y el Caribe, entrometiéndose en los asuntos internos de El Salvador, Nicaragua, Panamá y Granada. En 1991 el colapso del bloque soviético dejó a Estados Unidos como única superpotencia mundial. La guerra del Golfo en 1992 dio a George Bush la oportunidad de liderar una coalición que representaba supuestamente a un nuevo orden mundial en la batalla contra Irak.

Los asuntos domésticos, como la reforma sanitaria, la posesión de armas, las drogas, la tensión racial, los derechos de los homosexuales, el balance del presupuesto, el persistente escándalo Whitewater y el caso de Monica Lewinsky (el fornigate) tendieron a eclipsar los asuntos internacionales durante la administración Clinton. A fin de enderezar su economía, en 1993 Estados Unidos firmó un acuerdo de libre comercio con Canadá y México (NAFTA); en 1994, encarnando el papel de defensor de la democracia, invadió Haití; en 1995 envió soldados a Bosnia en misiones de pacificación; en 1996 albergó los Juegos Olímpicos y durante los últimos años de su mandato se benefició de los frutos de una tendencia alcista en el mercado de Wall Street.

Las elecciones presidenciales del año 2000 marcaron un hito insólito, pues fueron las que presentaron resultados más ajustados de toda la historia de la nación. El candidato demócrata, Al Gore, obtuvo la mayoría del voto popular, pero perdió la elección cuando se contabilizaron todas las papeletas de los colegios electorales de Florida. George W. Bush quedó por encima de Gore en este estado por tan sólo quinientos sufragios. Las demandas de recuentos, una decisión del Tribunal Supremo de Florida a favor de efectuar recuentos parciales, y un puñado de pleitos generados por republicanos y demócratas condujeron a una crisis que concluyó cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminó que los recuentos no debían continuar. Después de cinco semanas tumultuosas, George W. Bush fue declarado ganador.

Durante los primeros años de presidencia Bush, el país hizo frente a la tensión internacional, con nuevos episodios de violencia en Oriente Medio y la disconformidad prácticamente unánime a escala mundial respecto a la política exterior del país respecto al medioambiente. En cuanto a la política interna, el principal problema era la economía, considerablemente debilitada.

El ambiente de terror y rabia que precedió a los ataques terroristas de septiembre de 2001, dieron impulso a la “Guerra del Terror”. Tuvo lugar la invasión de Afganistán y el derrocamiento del represivo régimen talibán, a quien se hacía responsable de financiar los ataques contra los Estados Unidos.

En marzo de 2003, los Estados Unidos y su “coalición de voluntarios” iniciaron una guerra preventiva contra Iraq. La victoria de dicha campaña y la caída del régimen dictatorial de Saddam Hussein no ayudaron a disminuir las tensiones en Oriente Medio.

El desastre natural más caro de EE UU hasta la fecha ocurrió en el 2005, cuando el huracán Katrina devastó la costa del Golfo, incluida Nueva Orleans. Cuando los esfuerzos de socorro federales tardaron en llegar y luego resultaron ser insuficientes, un estado de amargura se instaló en la nación: el Gobierno no era digno de confianza, la economía estaba agobiada por las deudas y el país estaba atascado en una guerra en apariencia imposible de ganar.

Hambrientos de cambio, los americanos respondieron al mensaje de esperanza de un recién llegado a la política: Barack Obama. En el 2008, tras vencer en las primarias demócratas contra la senadora Hillary Clinton, Obama derrotó a su rival republicano, el senador John McCain. En el 2009 Obama se convirtió en el primer afroamericano en asumir el cargo más alto del país, un importante paso adelante para cerrar las divisiones raciales que han atormentado a la nación desde su fundación.