Conoce la historia de Hungría

La cuenca de los Cárpatos, donde se asienta Hungría, ha sido habitada por sucesivos pueblos a lo largo de miles de años. La tribu nómada de los magiares se estableció en la zona a mediados del siglo VIII. Famosos por sus habilidades ecuestres, los magiares realizaron una serie de incursiones hasta su derrota ante Otón I en 955. El caos más absoluto se apoderó de la tribu, y le obligó a aliarse posteriormente con el Sacro Imperio Romano Germánico. En el año 1000, el príncipe magiar Esteban fue proclamado rey cristiano al recibir la corona real de manos del papa Silvestre II, lo que aseguró la independencia de Hungría.

Esteban I consolidó la autoridad real de manera implacable expropiando tierras y evangelizando las zonas rurales. En 1038, el año de su muerte, Hungría ya era un país de cultura cristiana, cada vez más occidentalizado y multiétnico.

Los siguientes 250 años, durante el reinado de la casa de Árpád, estuvieron marcados por las constantes luchas entre aspirantes al trono y la invasión de los mongoles.

Tras la muerte de Andrés III (1301), último rey en la línea de sucesión de los Árpád, Hungría vivió una época de esplendor. Bajo el reinado de Carlos Roberto de Anjou y hasta el período dorado de Matías Corvino de Jagellón, Hungría se convirtió en una de las principales potencias de Europa, y amplió sus territorios y sus influencias. Sin embargo, la muerte de Matías en 1490 conllevó nuevas adversidades. Su sucesor, Ladislao II, fue incapaz de mantener la autoridad real, dilapidó las arcas y promulgó una serie de leyes retrógradas que redujeron al campesinado a la condición de servidumbre.

En 1526, el ejército húngaro fue vencido por los turcos en la batalla de Mohács. La derrota marcó el final de una Hungría relativamente próspera e independiente, y llevó a la nación a una espiral de divisiones, dominación extranjera y desesperación. La ocupación otomana no mejoró esta situación, que se prolongó hasta 1699, año en que los turcos se retiraron de Hungría, tras ser vencidos por las tropas de la casa de Austria.

La victoria apenas creó una Hungría libre e independiente. Por el contrario, se convirtió en una provincia del imperio austrohúngaro. Se inició de esta forma un período de absolutismo ilustrado. El país prosperó económica y culturalmente bajo los Habsburgo y, paralelamente, resurgieron las ideas nacionalistas.

En 1849, bajo el liderazgo del rebelde Lajos Kossuth, Hungría declaró la plena independencia y el destronamiento de los Habsburgo. Los austriacos sofocaron inmediatamente la revolución e iniciaron brutales represalias, hasta anexionar de nuevo el territorio de los Cárpatos al imperio como una provincia conquistada, y se reinstauró el absolutismo. No obstante, la resistencia pasiva de la población y dos desastrosas derrotas militares de los Habsburgo promovieron las negociaciones entre ambas partes. El resultado se selló con el compromiso de 1867, que originó la monarquía dual austrohúngara. Esta época propició un renacimiento económico, cultural e intelectual.

El imperio austriaco y Hungría combatieron en la I Guerra Mundial junto a Alemania. Tras la contienda, Hungría se convirtió en una república que rápidamente sería dirigida por los comunistas; pero cinco meses más tarde, el ejército rojo húngaro fue derrocado por las tropas rumanas. En 1920, los aliados elaboraron un acuerdo de posguerra en el tratado de Trianon que reducía drásticamente las dimensiones de la nueva república. Hungría recurrió a los gobiernos fascistas de Alemania e Italia en busca de ayuda para recuperar su territorio, pero se encontró de nuevo en el bando perdedor en la II Guerra Mundial.

Las elecciones de 1947 llevaron a los comunistas al poder. Se inició un período de crudos conflictos en el seno del partido, y las purgas y los juicios estalinistas se convirtieron en un hecho habitual. Se consolidó un movimiento de oposición al comunismo, que desembocó en la intervención de Rusia en 1956 y el nombramiento de János Kádar como jefe de estado, inciándose un régimen de terror. Paralelamente tuvo lugar una apertura económica. Las reformas dieron resultados positivos, y a mediados de la década de 1970 Hungría era la nación más desarrollada, liberal y rica de la zona. No obstante, el continuo desempleo, la galopante inflación y la creciente deuda provocaron la destitución de Kádar en 1988.

Tras la caída del muro de Berlín en 1989 y la desintegración del bloque soviético, la nación se convirtió en la República de Hungría. Desde entonces, el país caucásico promulgó una nueva Constitución, se implantó el libre mercado y se han celebrado elecciones libres. A pesar del éxito inicial en el control de la inflación y en la reducción de los tipos de interés, los problemas económicos han disminuido el ritmo del desarrollo.

En 1998 Hungría fue azotada por una oleada de atentados que la policía vinculó al crimen organizado. En abril de 1999 Hungría ingresó en la OTAN y se convirtió en miembro de la Unión Europea en mayo de 2004.

En agosto de 2004 el primer ministro Medgyessy fue obligado a renunciar cuando perdió el apoyo de la coalición. Fue reemplazado por el ministro juventud y deportes Ferenc Gyurcsany.