Qué paseos y lugares conocer en Israel y territorios palestinos

Jerusalén

Jerusalén es una ciudad sagrada para judíos, musulmanes y cristianos. Una mayoría visita la urbe para sumergirse en su historia sagrada, pero se debe tener en cuenta que Jerusalén no es únicamente un concepto, sino también una metrópoli moderna, repleta tanto de gente viva como de fantasmas y personajes bíblicos. La población está dividida en tres partes: la amurallada ciudad antigua, donde se encuentra la mayor parte de los puntos de interés turístico; la zona oriental, de predominio árabe; y la urbe nueva, en rápida expansión, conocida como Jerusalén Oeste. La ciudad antigua también se divide en los barrios armenio, cristiano, judío y musulmán.

Para hacerse una idea del casco histórico, merece la pena deambular por las murallas de la ciudad, construidas en el siglo XVI por Sulimán el Magnífico. Dominando la metrópoli, se halla la Explanada de las Mezquitas, denominada por los musulmanes Haram El Shariff (el Noble Santuario) y Monte del Templo por los judíos: es la manzana de la discordia. Desde este enclave Mahoma ascendió a los cielos y Dios ordenó a Abraham que sacrificara a su hijo. La magnífica mezquita de la Cúpula de la Roca domina el monte, con la mezquita Al Aqsa y el Museo Islámico un poco más al Sur.

La muralla occidental, en la falda de la explanada, es la más accesible de las cuatro pertenecientes al Segundo Templo, construido por el rey Herodes. Su facilidad de acceso la ha convertido en una zona popular para el culto judío. La trilogía de emplazamientos sagrados se completa con la iglesia del Santo Sepulcro, en el barrio cristiano. Se construyó en el lugar de la (probable) crucifixión, entierro y resurrección de Jesús. Su atractivo reside más en su historia que en su esplendor arquitectónico. La mayoría accede a ella bajando por la Vía Dolorosa, el camino que siguió Jesucristo portando la cruz.

Más allá del interés religioso de la población, puede descubrirse la ciudad antigua, el bullicioso y humeante barrio palestino de Jerusalén Este, o las cafeterías y centros comerciales de la Jerusalén Oeste o ciudad nueva. Al oeste de la urbe se ubica el Yad Vashem, el conmovedor monumento judío en memoria del holocausto. Al este, el Monte de los Olivos, desde el que Jesús ascendió a los cielos y donde el común de los mortales puede disfrutar de una bella vista panorámica de la población.

El lugar elegido para alojarse en Jerusalén dependerá del objetivo del viaje. En la ciudad antigua y Jerusalén Este se hallan los establecimientos más económicos y el mejor ambiente, y los más próximos a los puntos de interés. El inconveniente es su distancia con respecto a las cafeterías y la vida nocturna de la ciudad nueva; el casco antiguo cuenta con escasa oferta de diversión por las noches. Si se está dispuesto a pagar más, y el ocio es lo que más importa, debe alojarse en la ciudad nueva. Si se busca comida muy apetitosa y económica, debe pasarse por el mercado Mahane Yehuda, en el oeste de la zona antigua. Los mejores establecimientos de falafel se sitúan en el otro lado de las murallas, en Jerusalén Este, o en los barrios comerciales de la ciudad nueva.

Tel-Aviv-Jaffa

A pesar de contar con menos de un siglo de antigüedad, Tel-Aviv se ha consolidado como la urbe de las finanzas, los negocios y la diversión. En su territorio habitan pocos oriundos, y un corto paseo por la ciudad introducirá al visitante en los aromas orientales del barrio yemenita, los destartalados bares de vodka de la calle Allenby y las urbanizaciones color salmón ubicadas en primera línea de mar. Tel-Aviv no cuenta con numerosos atractivos turísticos; entre ellos destacan el Museo de la Diáspora, una crónica de la cultura judía en el exilio, y el Museo de Arte de Tel-Aviv. Al finalizar el recorrido cultural, supone un grato aliciente deambular por los mercados del barrio yemenita, tomarse un capuchino y, más tarde, estirarse en la arena de una de las mejores playas de Oriente Próximo.

Mar Muerto

Aunque esté considerado un enclave ineludible para la mayoría de viajeros, esto no significa que no deba visitarse. Ningún desplazamiento a Israel puede considerarse completo si no se ha flotado en el mar Muerto. Sus aguas presentan una elevada densidad, al estar repletas de minerales vigorizantes; y cuenta con un 10% más de oxígeno en el aire que a nivel del mar. Los alrededores del mar Muerto ofrecen múltiples posibilidades en el momento en el que se crea que ya se ha flotado suficiente. Ein Gedi constituye uno de los oasis más sugestivos del país, una zona exuberante donde abundan los manantiales de agua dulce, cascadas, estanques y todo un paraíso para la fauna y flora del desierto. Mesada está considerado unánimemente uno de los enclaves israelíes obligatorios. Esta fortaleza, situada en la cima de una planicie cortada a pico, está considerada el último reducto de los celotas, rebeldes judíos que se levantaron contra el Imperio Romano en 66 d.C. Cuando su derrota era inevitable, los 967 hombres, mujeres y niños refugiados en Mesada se suicidaron antes de dejarse capturar. El lugar ofrece un ambiente sobrecogedor, y las vistas resultan increíbles.

Galilea

Este territorio rigurosamente bíblico fue el lugar donde Jesús predicaba con mayor frecuencia, y donde se andaba sobre las aguas y se multiplicaban los peces. También se erige como la región más exuberante de Israel, con verdes valles, bosques frondosos, fértiles tierras de cultivo y el lago de Kinnereth. Nazaret, donde Jesucristo pasó su infancia, constituye el destino de numerosos peregrinos, pero no ofrece grandes puntos de interés turístico. A pesar de albergar algunas iglesias de cierta relevancia, como la basílica de la Anunciación, donde el arcángel San Gabriel se apareció a la Virgen María, la localidad en sí misma carece de belleza estética. Tiberíades, en la ribera oeste del lago de Kinnereth, se establece como una base apropiada para desplazarse con facilidad por la zona. Se puede enriquecer el espíritu ante las tumbas de ancestrales sabios, para luego aliviar los dolores corporales en las famosas fuentes termales de la urbe. La localidad alberga igualmente el mayor yacimiento arqueológico del país: Bet She’an. A pesar de las contínuas excavaciones, ya puede atisvarse un anfiteatro romano en buen estado de conservación, termas bizantinas, un templo y una columnata romana. Este enclave se halla en la ruta de autobús Tiberíades-Jerusalén.

Belén

La denominación de los espacios de Belén no dejan lugar a dudas sobre su historia: plaza del Pesebre, calle del Pesebre, calle de la Estrella, calle de los Pastores, dos campos de los Pastores y una increíble multitud de Navidades. Belén se construyó alrededor de la plaza del Pesebre, el centro y, además, el aparcamiento de la urbe (una decisión muy estratégica). La iglesia de la Natividad constituye la razón de ser de esta ciudad sagrada, y permanece como una de las iglesias en activo más antiguas del planeta. Edificada sobre el lugar donde se cree que nació Jesucristo, su arquitectura se caracteriza por ser augusta y venerable, como corresponde a su origen. Si se considera kitsch en exceso, puede echarse un vistazo a la capilla de la Gruta de la Leche, el santuario de la lactancia de la Virgen María. La tumba de Raquel, en una punta de la población, se erige como uno de los santuarios más sagrados para los judíos; pero también es reverenciada por musulmanes y cristianos. No existen excesivos alojamientos en Belén, pero únicamente dista 40 minutos en autobús de Jerusalén.