Roma
Roma irradia historia por todos sus rincones: tumbas etruscas, salas de reuniones republicanas, templos imperiales, iglesias románicas, campanarios medievales, palacios renacentistas, basílicas barrocas… En esta urbe una concentración de historia, leyendas y monumentos convive con un ajetreo constante de gente y tráfico que se desplazan de un lado para otro. Todas sus atracciones sorprenden a los visitantes de la ciudad eterna, y no puede destacarse una de otra: el Coliseo, del siglo I, es el legado romano más importante; el arco de Constantino, la Domus Aurea, conjunto de palacios que Nerón mandó construir después del incendio de la ciudad; la iglesia de San Pedro, donde se muestra el Moisés de Miguel Ángel; la arrogante opulencia del palacio del Vaticano, la intemporalidad del Foro, la conocida Fontana de Trevi, e incluso la excesiva velocidad de un Fiat Bambino o la factura de un caffè latte.
Florencia
Ciudad del Renacimiento, Florencia debe su legado artístico a genios como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Filippo Brunellesqui, Giotto, Boticelli, Donatello, Rafael, Piero de la Francesca, Carabaggio, Tiziano y Tintoretto y a los más de trescientos años bajo el gobierno de la dinastía de los Médici durante la época renacentista. A pesar de estar cerrada en sí misma, Florencia es una de las urbes más agradables; conserva un fuerte parecido con el pequeño centro de finales del medioevo que tanto contribuyó al desarrollo cultural y político de Europa. Desgraciadamente, una multitud de turistas la inunda en los meses estivales.
Mientras que en Roma todo rezuma historia, Florencia transporta al viajero al Renacimiento; el Ponte Vecchio, bordeado de tiendas, el inconfundible duomo, la galería de los Uffizi, una de las mayores pinacotecas del mundo, la Piazza della Signoria, donde se encuentra el Palazzo Vecchio y las capillas de los Medici… Por fortuna, el desplazamiento a todos estos inolvidables lugares puede efectuarse a pie.
Venecia
La ciudad de los canales es única. Ha sido realmente concebida para el ser humano; es peatonal, prácticamente no circulan automóviles, y las seductoras y estrechas callejuelas sustituyen a las transitadas avenidas urbanas. La armoniosa arquitectura de la urbe, con sus callados muros y sus tentadores balcones con sus rendijas y ventanas reflejando destellos del agua, parece haber surgido uniformemente entre los siglos XII y XVI. Las oscuras callejuelas desembocan repentinamente en alguna plaza soleada con alguna iglesia o cruzan las miríadas de canales de la ciudad por alguno de sus innumerables puentecillos. La atmósfera que se respira en Venecia es realmente mágica y festiva.
La metrópoli está construida sobre 117 pequeñas islas unidas con puentes y canales y se conecta con la ciudad de Mestre por carretera y ferrocarril. El Gran Canal recorre la ciudad y, dirigiendo la mirada a la plaza de San Marcos, se descubre una inolvidable perspectiva de la misma, abarrotada de palomas, con la basílica o catedral, su Campanile y la torre del Reloj. En la piazzeta anexa se encuentra el palacio de los Dux, y el puente de los Suspiros enlaza el palacio con las antiguas prisiones. Las góndolas permanecen en los canales ante las iglesias de Santa Maria della Salute, San Giorgio Maggiore y el Redentore. De la estación de tren a la plaza de San Marcos, se tarda una media hora a pie, siempre que uno resista la tentación de desviarse por una de las muchas callejuelas que se apartan del conducto principal (Lista di Spagna). Para apreciar los espléndidos palacios que bordean el canal, es preferible alquilar una góndola.
El puente de la Academia conduce a una Venecia más tranquila, así como a la galería de la Academia, que exhibe una gran colección de obras de los maestros venecianos. La vecina galería Peggy Guggenheim contiene una excelente muestra de historia y arte, centrando su colección en obras de principios del siglo XX. Venecia está rodeada por islas igualmente fascinantes; Lido, el enclave donde se desarrolló Muerte en Venecia ; Murano, el reino del cristal veneciano; Burano, famosa por sus encajes; y Torcello, que parece haberse introducido en el túnel del tiempo, con su catedral bizantina.
Milán
Esta atrae a un gran número de turistas por su moda, su gastronomía, su ópera, su iglesia (la cuarta mayor del mundo), su castillo renacentista y el fresco de La Última Cena, de Leonardo da Vinci. Sin embargo, esta gran metrópoli puede definirse también como una ciudad muy comercial, la capital de los negocios y las finanzas. Es apasionante ir de compras por sus vías y galerías comerciales; su cocina es legendaria y la vida nocturna destaca por ser una de las más vigorosas, en parte debido a la vitalidad que le ha infundido la mayor comunidad gay del país. Se extiende a lo largo de varios kilómetros, pero las principales atracciones históricas se concentran alrededor de sus dos monumentos más importantes: el inmenso duomo gótico, iniciado en 1386 y finalizado quinientos años más tarde, y el renacentista castillo de los Sforza. La plaza del Duomo está bordeada por uno de los más hermosos centros comerciales, la galería peatonal abovedada Vittorio Emmanuele II. Si se consigue resistir la tentación de las cafeterías y las boutiques, el visitante puede acercarse al santuario de la ópera, el Teatro della Scala, así como visitar su museo. Milán está repleto de galerías de arte y exposiciones, y La Última Cena de Da Vinci se guarda en el refectorio de los dominicos en la iglesia de Santa Maria delle Grazie.
Nápoles y Pompeya
La enérgica Nápoles, capital de la región de Campania, se emplaza en una de las bahías más hermosas del continente, a la sombra del monte Vesubio, volcán en activo. Es una de las ciudades más pobladas y dinámicas de Europa, con sus trabajadores y habitantes, sus callejuelas abarrotadas de gente que esquiva, adelanta, pasea o conduce las famosas Vespas.
El centro histórico napolitano está formado por la plaza del Gesu’, con sus iglesias, el duomo, el Palazzo Reale y el teatro de la ópera de San Carlo. El Castel Nuovo, construido en el siglo XIII, se asoma al puerto y, más lejos, en el paseo marítimo se alza un castillo normando rodeado por Borgo Marinaro, un pequeño pueblo pesquero. El Museo Arqueológico Nacional exhibe una espléndida colección de arte grecorromano, así como tesoros de valor incalculable descubiertos en Pompeya y Herculano.
Desde Nápoles, se puede acceder fácilmente a Pompeya, próspero centro de veraneo para romanos acaudalados, que quedó sepultado entre cenizas, piedras y lodo durante la devastadora erupción del monte Vesubio en el año 79 d.C. Las enormes ruinas reflejan la forma de vida de los antiguos romanos, y entre ellas destacan diversos templos, un foro, uno de los mayores anfiteatros romanos, los restos de lujosas casas decoradas con frescos y mosaicos, y calles abarrotadas de establecimientos.
Costa de Amalfi
De Sorrento hasta llegar a Salerno se extiende una franja de unos 50 km a lo largo de un promontorio, que constituye una de las zonas costeras más bellas de Europa. La carretera se adapta a las serpenteantes curvas de esta costa formada por acantilados, y se asoma sobre sus aguas de azul intenso, atravesando pueblos que penden al límite de los precipicios.
Positano es el primer puerto de escala al salir de Sorrento; ofrece un paisaje realmente sublime con arcadas entre las casas rosadas y de color miel que se ciernen precariamente sobre un mar iridiscente; además, buscando con detenimiento pueden descubrirse cafeterías y hoteles de un encanto sin igual. Unos kilómetros más adelante aparece Amalfi. Su arsenal y su imponente duomo revelan su antiguo estatus de supremacía naval, que compartió con Pisa y Génova. Unas curvas en forma de horquilla separan Amalfi de Ravello, que se eleva como un balcón sobre la bahía. Su duomo conserva un interesante púlpito con seis leones esculpidos en su base; además, está formado por villas con hermosos jardines. La historia de Salerno es paralela a la evolución de la península; la habitaron desde los etruscos hasta los romanos y también pasó a ser una ciudad medieval, pero la ciudad quedó destruida tras la II Guerra Mundial, por ser una de las principales zonas de desembarco de los aliados.
Siena
Las murallas, uno de los muchos vestigios de la antigua ciudad medieval, aún coronan las colinas que circundan Siena. Sus edificios marrón rojizo popularizaron el pigmento siena tostado, y su próspero escenario cultural pasó a ser conocido en los siglos XIII y XIV como la Escuela de Siena, especialmente fecunda en obras pictóricas; muestras de la pintura sienesa se encuentran en la pinacoteca nacional, situada en el palacio de Buensignori. Las dificultades económicas y la peste negra de 1348, que mató a dos tercios de la población, frenaron el desarrollo cultural y propiciaron la decadencia de la urbe. Afortunadamente, pudo finalizarse la construcción de la plaza del Campo, quizá la plaza medieval más grande de Italia, que alberga el elegante Ayuntamiento y una emblemática torre situada a su lado. El duomo de Siena se alza con magnificencia, con sus franjas de mármol blanco y negro en la fachada. Prácticamente todo el centro histórico de la ciudad acoge palacios, plazas, colecciones de arte, museos e iglesias; el centro urbano se puede recorrer a pie, con lo que pueden descubrirse todos sus atractivos perdiéndose por las callejuelas.
Asís
La ciudad amurallada de Asís se ha mantenido relativamente alejada de las masas turísticas. Situada en la región de Umbria, en el centro de Italia, este centro de peregrinos y viajeros encandila con sus fastuosos edificios de brillante mármol blanco. Asís está dominada por la enorme Rocca Maggiore, fortaleza del siglo XIV que ofrece unas vistas admirables sobre el valle y Perugia. Aquí nació San Francisco, en 1182; y las obras de su basílica se iniciaron dos años después de su muerte, en 1228. Se trata de un magnífico tributo al patrono de los animales, con frescos de Giotto, Cimabue y Martini. Entre los vestigios de las épocas imperiales se encuentran el foro excavado y la fachada con pilares del templo de Minerva; los cimientos romanos son la característica común de muchos edificios. Entre las principales iglesias destacan Santa Maria Maggiore, San Pietro, Santa Clara y la basílica de Santa Maria degli Angeli.