En Malta predomina la cultura mediterránea, aunque los casi ciento cincuenta años de dominio británico han dejado su huella: el inglés es uno de los idiomas oficiales (junto con el maltés) y no es difícil encontrar tradicionales comidas inglesas, como salchichas con puré de patatas. La iglesia católica actúa como guardiana de las tradiciones nacionales, y sus templos son los edificios históricos más grandes en la mayoría de los pueblos y aldeas. Los malteses pasan la mitad del año celebrando festejos en honor de sus santos patronos, llenando las calles de confeti y destrozándose la dentadura con nuégado y algodón de azúcar. Aunque la influencia del catolicismo está decreciendo, la vida diaria de la mayoría de los malteses aún se rige por sus valores. El divorcio y el aborto son ilegales, pero las nuevas generaciones están tratando de liberalizar las leyes que los prohíben.
Muchos lingüistas sitúan el origen del maltés en la ocupación fenicia de las islas. Se trata de una lengua semítica que ha sobrevivido durante cientos de años a la influencia de las lenguas romances, si bien contiene elementos del siciliano, el italiano, el español, el francés y el inglés. Entre los escritores más conocidos de Malta podemos citar a Francis Ebejer y Joseph Attard. Resulta irónico que, probablemente, el mundo se enteró de la existencia de Malta gracias a un libro que no trata sobre la isla, El halcón maltés, escrito por Dashiell Hammett, cuyo título alude a una estatuilla de orígenes misteriosos.
Malta es famosa por la calidad de sus productos artesanales, en particular los encajes, las telas tejidas a mano, el vidrio soplado y las filigranas de plata. La música folclórica ejerce una gran influencia en su cultura, y anualmente se celebra un concurso de canciones tradicionales.
En la cocina de Malta predomina la influencia siciliana, aunque la popularidad de las chuletas a la brasa y de la carne asada con tres verduras revela una debilidad por la comida británica. Las especialidades locales incluyen pastizzi (unas sabrosas empanadillas de queso), timpana (pastel de macarrones, queso y huevos) y fenek (conejo), generalmente frito u horneado en un guiso o en un pastel.