El pueblo neerlandés destaca por su tolerancia; en los Países Bajos se puede cambiar de sexo en la Seguridad Social y la homosexualidad está públicamente aceptada. Esta nación ha logrado adaptar las actitudes liberales a una de las sociedades más organizadas del planeta, convirtiéndose así en una comunidad que combina la radicalidad con la sensibilidad sin caer en el ridículo o en un exceso de seriedad. Los neerlandeses no están encasillados en los tópicos, pese a que sus bicicletas, canales, molinos de viento y campos de flores suelen predominar en las afueras de las principales urbes.
Los Países Bajos pueden recorrerse con facilidad, y cuentan con una complaciente población. Los pueblos siguen rodeados de canales y murallas; el paisaje infinitamente llano en el que se inspiraron los primeros artistas de la nación aún se extiende por el horizonte; y, esporádicamente, los diques amenazan con ceder.