Si bien una garganta de Tanzania cedió a la humanidad algunos trocitos de nuestro viejo camarada Homo erectus, se desconocen muchos factores de su pasado reciente. La historia registrada comienza alrededor de 1800, cuando las tribus guerreras de los masai emigraron de Kenia a Tanzania, mientras que las zonas costeras fueron desde largo tiempo testimonio de disputas marítimas entre comerciantes árabes y portugueses. No fue hasta mediados del siglo XVIII cuando los mercaderes árabes y los esclavos se atrevieron a aventurarse en territorio masai en el interior salvaje del país. Los exploradores europeos se introdujeron a conciencia a mediados del siglo XIX; entre ellos destacaron Stanley y Livingstone. La famosa frase “el dr. Livingstone, supongo” surgió de su encuentro en Ujiji en el lago Tanganyika.
Mientras acechaba el siglo XX, Alemania se afanó en colonizar Tanganyika -nombre con el que se conocía la parte continental del país- construyendo líneas de ferrocarril y comerciando febrilmente. De no ser por la insidiosa mosca tse-tsé, la zona se habría convertido en un vasto prado de pasto para la patria. Tras la derrota alemana en la II Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones asignó el mandato del territorio de Tanganyika a los británicos, que ya se habían apoderado de Zanzíbar (durante siglos, posesión árabe).
Al final de la contienda surgieron organizaciones nacionalistas, pero no fue hasta que Julius Nyerere fundó la Tanganyika African National Union (TANU) en 1954 cuando entraron en vigor. Tanganyika obtuvo la independencia en 1961, con Nyerere como primer presidente del país. Zanzíbar quedó bloqueada bajo el oculto temor inglés durante dos años más, hasta que el continente forjó una unión que comprendía Zanzíbar y la cercana isla de Pemba. De esta forma nació Tanzania.
Pero la unidad y un presidente carismático no fueron suficientes para paliar la falta de recursos básicos del país. Nyerere preconizaba un socialismo africano, un valiente concepto teniendo en cuenta la paranoia comunista de potenciales donantes de ayuda como Estados Unidos. Bajo las reformas del líder respaldadas por China, se nacionalizó la economía, grandes extensiones de tierra pasaron a alquilarse, y a aquellos que poseían más se les aplicaron fuertes impuestos en un intento de redistribuir la riqueza. Los inicios de los años sesenta vieron como Tanzania, Kenia y Uganda formaban un trío económico inverosímil en el que compartían una línea aérea común, instalaciones de telecomunicaciones, transporte y aduanas. Sus monedas eran libremente convertibles y existía un movimiento entre fronteras fácil y libre. Pero las predecibles diferencias políticas pusieron fin a tanta cordialidad en 1977, dejando a los tanzanos en las peores condiciones que jamás habían alcanzado.
Múltiples factores han contribuido a las penurias de la Tanzania actual, y no todas se las ha inflingido a sí misma; después de todo, es uno de los países más pobres del planeta. Incluso la incorporación de Zanzíbar -antaño uno de los territorios más ricos de África-, únicamente ha creado nuevos problemas. La adopción de un sistema político multipartidista tampoco parece haber ayudado en gran medida. Zanzíbar y la vecina Pemba han experimentado violentas agitaciones y alarmismo político desde que un empate durante unas elecciones en Zanzíbar dividió ambas islas. En el continente, bajo el gobierno de Benjamín Mkapa, se tuvo que hacer frente a una entrada masiva de refugiados de los países limítrofes. A finales de 1996, el gobierno de Mkapa emitió una declaración apoyada por Naciones Unidas según la cual los ruandeses debían abandonar el territorio. En la actualidad, aún habitan millares en Tanzania entre informes de violencia y violaciones. En agosto de 1998, un grupo terrorista bombardeó las embajadas de Estados Unidos en Dar es Salam y Nairobi, asesinando a más de doscientas cincuenta personas e hiriendo a más de cinco mil.
Estas tensiones no han ayudado a un país ya desestabilizado por duraderas fricciones tribales, especialmente entre los chaga (pertenecientes en la región del Kilimanjaro). Es poco probable que Tanzania se hunda en los conflictos tribales que han asolado a los vecinos ruandeses y keniatas durante los últimos años, sobre todo si Mkapa, reelegido presidente en octubre de 2000, interviene. A pesar de todo, la parálisis política y las profundas desavenencias entre las minorías se intuyen duraderas.
En los últimos años se han reforzado las uniones con Tanzania, Kenia y Uganda. Mientras tanto, el apoyo a la oposición va creciendo, como lo demuestran muchas veces manifestaciones violentas. De todas formas, la economía fue creciendo, primeramente en 2001 con la apertura de una gigantesca mina de oro en Bulyanhulu. El país se ha convertido en el tercer productor de oro del continete. Y de nuevo en 2004, con la inauguración de Songosongo, una planta de gas natural que ha costado 20 años en ser construída.
En diciembre de 2004, Tanzania fue uno de los lugares afectados por el tsunami. Alertados por otros paises, el govierno fue capaz de evacuar la mayoría de sus playas antes de que las olas llegaran. Hubo trece víctimas mortales y los daños materiales fueron mínimos.