Puede que Túnez sea el país más pequeño del norte de África, pero su situación estratégica le ha asegurado una rica historia. Fenicios, romanos, vándalos, bizantinos, árabes, otomanos y franceses han intervenido en la región en algún momento de su historia. Los primeros en hacer su aparición fueron probablemente un grupo de Homo Erectus hará unos cuantos cientos de miles de años. Accedieron por el Noroeste a través del Sahara procedentes del este de África. Se cree que lo que hoy es desierto árido estaba cubierto en aquellos días de bosque, maleza y hierba de la sabana, de forma parecida a las llanuras de Kenia y Tanzania en la actualidad. El primer indicio claro de poblamiento humano se descubrió cerca de Kebili, localidad del Sur emplazada junto a un oasis, y se remonta a unos doscientos mil años atrás.
El primer lugar del Túnez actual en que se establecieron los fenicios fue Utica, en el siglo XII a.C. Lo utilizaron como escala en su ruta desde su puerto de procedencia, Tiro (en el actual Líbano), hasta la península Ibérica. Establecieron una cadena de muelles a lo largo de la costa norteafricana, entre ellos Hadrumnetum (Susa) y Hippo Diarrhytus (Bizerta). Pero el puerto que ocupa un lugar preponderante en los libros de historia es Cartago, archienemigo de Roma. Se convirtió en la ciudad más importante del mundo fenicio occidental en el siglo VII a.C., sobre todo tras el declive de Tiro, y en la principal potencia del Mediterráneo africano a principios del siglo V a.C. Su poder se mantuvo hasta las guerras púnicas, en las que se enfrentó a Roma (263-146 a.C.). Pero Cartago quedó completamente arrasada tras la derrota de Aníbal ante Escipión, sus habitantes fueron vendidos como esclavos y la región pasó a ser una provincia más del Imperio.
El emperador Augusto refundió Cartago como ciudad en el 44 a.C., tal como pretendía su antecesor Julio César, designándola capital del África proconsular. La región sirvió de granero a Roma; hacia el siglo I d.C., las llanuras de Túnez satisfacían más del 60% de las necesidades de trigo del Imperio. Los romanos fundaron ciudades y colonias por las llanuras y la costa de Túnez, viviendo esta zona su etapa de mayor prosperidad con las dinastías de los Flavios y de los Severos; sus ruinas constituyen las principales atracciones turísticas de la actualidad.
A principios del siglo V, cuando el poder de Roma se encontraba en un estado de irreversible decadencia, los vándalos decidieron que era el momento propicio para la conquista. En diez años, hicieron de Cartago su capital. Sus prácticas expoliadoras los distanciaron de la población nativa bereber, que formó pequeños reinos y empezó a asaltar las colonias vándalas. Los bizantinos de Constantinopla, que les arrebataron el territorio en 533 y lo mantuvieron durante los 150 años siguientes, también se enfrentaron con las guerrillas bereberes. Durante esta etapa bizantina se produjo un renacer artístico y económico.
El islam hizo su aparición en el siglo VII, cuando los ejércitos árabes se extendieron desde Arabia y conquistaron con rapidez Egipto. Su primera incursión data del año 647. Los musulmanes derrotaron a los bizantinos en Sufetula, hasta hacer de Kairuán su campamento base en el año 670. Con Kairuán como capital, la región se convirtió en una provincia del imperio islámico.
Los bereberes adoptaron la religión islámica, pero se alzaron contra el trato cruel que les dispensaban los árabes. Los levantamientos se prolongaron hasta el año 909, cuando un grupo de chiítas bereberes, los fatimitas, agrupó las tribus bereberes y arrebató el norte de África a los árabes. Fundaron El Cairo en el año 973 y establecieron su capital en Mahdia, pero la unidad no tardó en romperse, las tribus emprendieron luchas intestinas entre ellas y el norte de África fue lentamente reducido a ruinas. Esta debilidad fue aprovechada por los normandos, que ocuparon la isla de Jerba en 1134.
Los conflictos aparecieron de nuevo cuando la zona se vio envuelta en la rivalidad entre España y el imperio otomano a mediados del siglo XVI. Túnez cambió de manos media docena de veces en unos cincuenta años, antes de que los turcos la conquistaran definitivamente en el año 1574 y pasara a formar parte del territorio otomano hasta el siglo XIX, cuando Francia se convirtió en la nueva potencia del Mediterráneo occidental.
En 1881 Francia, con el pretexto de responder a los ataques en la frontera de su colonia argelina, envió 30.000 soldados a Túnez, que no tardaron en ocupar la capital y obligar al bey gobernante a ceder el poder. Paulatinamente fueron apoderándose de las mejores tierras tunecinas. La derrota de Francia en los inicios de la II Guerra Mundial permitió a los nacionalistas tunecinos intensificar su campaña de independencia. Un hombre en particular, Habib Burguiba, líder del partido nacionalista Neo-Destour, acometió la tarea de situar al país en el primer plano de la política internacional.
Túnez obtuvo la independencia oficialmente el 20 de marzo de 1956, con Burguiba como primer ministro. Al año siguiente, el país se constituyó en república y Burguiba se convirtió en su primer presidente. El mandatario promovió cambios políticos y sociales de gran alcance: considerando la religión como un freno al progreso del país, emprendió la tarea de reducir su papel en la sociedad apartando a los ortodoxos de sus tradicionales campos de influencia, como la educación y la justicia. Los tribunales de la Sharia (ley coránica) fueron abolidos, y las tierras que habían financiado las mezquitas e instituciones religiosas confiscadas.
Burguiba fue presidente del país hasta 1987, cuando su ministro de Interior, Zine el-Abidine Ben Ali, se alzó con la presidencia y declaró que Burguiba estaba mentalmente discapacitado para gobernar y que se había “retirado” a un palacio en las afueras de Monastir.
Ben Ali apaciguó a la oposición islámica, haciendo un peregrinaje a La Meca y ordenando que se observara el ayuno del Ramadán. Actualmente los partidos de la oposición permanecen en la clandestinidad y existe censura en los medios de comunicación. En las elecciones de octubre de 1999, Ben Ali ganó por mayoría absoluta. Tras la muerte de Burguiba en abril de 2000 surgieron discrepancias generalizadas y evidentes en contra del régimen de Ben Ali y los disturbios son cada vez más evidentes.