Pese a la omnipresente influencia francesa en su cultura, las tradiciones criollas de las Antillas francesas prevalecen en la gastronomía, el lenguaje, la música y las costumbres de la isla. Aunque el idioma oficial es el francés, la mayoría de los isleños habla también el dialecto criollo, que surgió de la lengua franca empleada por los primeros colonizadores para comunicarse, unida a las influencias de las lenguas utilizadas por los esclavos africanos.
El biguine, danza afro-francesa con ritmo de bolero, nació en Martinica hacia 1930. Una creación más contemporánea de las Antillas francesas, el zouk, está inspirada en el biguine y en otras danzas folclóricas franco-caribeñas. Con su ritmo de carnaval y una danza insinuante, el zouk se ha vuelto tan popular en Europa como lo es en el Caribe francés.
Un movimiento literario y filosófico conocido como négritude (negritud) surgió en los años treinta, principalmente a través de las obras de Aimé Césaire, poeta y alcalde de Fort-de-France entre 1945 y 1993, cuando se retiró de su actividad política. El movimiento négritude perseguía fomentar los valores sociales y culturales de los negros y reestablecer vínculos con las tradiciones africanas que habían sido suprimidas con el colonialismo francés.