El arte moderno tiene muestras interesantes en Serbia y Montenegro. El vibrante escenario artístico se caracteriza por obras de arte que utilizan motivos populares, símbolos políticos y textos provocativos para interpretar la tumultuosa historia reciente del país. Destacan los carteles surrealistas con mensajes políticos salen a las calles; algunos grupos instalan montajes, o ‘Phobjects’, en las zonas bombardeadas de Belgrado. Los escritores, también se han inspirado en los episodios trágicos de su país – Ivo Andric ganó el Premio Nobel por su novela Un puente sobre el Drina, sobre los conflictos religiosos.
La música y la danza serbias se basan en una fuerte tradición popular, parecida a la de Bulgaria. El gajde, parecido a la gaita, es el instrumento típico de la canción yugoslava; seguramente ha estado en el país desde la invasión celta del siglo IV. La minoría albanesa de Kosovo acompaña sus canciones, con resonancias turcas, con un taconeo y tocan instrumentos árabes, mientras que en Guca, los bailarines gitanos tienen instrumentos como el blehmuzika. Algunos artistas como Momcilo Bajagic y Dorde Balasevic han versionado los temas populares con poesía y jazz.
El idioma oficial de Serbia y Montenegro es el serbio. Esta lengua fue reformada por el filólogo Vuk Stefanovich Karadzich, quien codificó el idioma de los campesinos serbios. Parecido al croata, el serbio se diferencia en que se escribe en alfabeto cirílico y no latino. El alfabeto cirílico es fonético, con un símbolo para cada uno de los 30 sonidos del idioma – – en serbio no hay letras mudas. Aunque la mayoría de yugoslavos hablan alemán, muchos también saben francés o ingles, aprender algunas frases en serbio siempre es recibido con sonrisas.
La región no tiene fronteras culinarias; sus platos son una mezcla de sabores de Turquía, Hungría y Grecia. Independientemente de la sazón, abundan los platos de carne: kebabs serbios, filetes, verduras estofadas con carne y parrilladas de cerdo, hígado, salchicha y croquetas. Los montenegrinos, que se dedican principalmente a la cría de vacas lecheras, sirven la carne con nata y queso. Incluso se come carne en el desayuno – el plato tradicional de los Balcanes, el burek, es un pastel de queso y carne rico en grasas. Las frutas son abundantes, y a los serbios y montenegrinos les encanta disfrutar de la cosecha todo el año fermentando uvas o manzanas en un coñac llamado rakija. La cerveza montenegrina también es muy sabrosa.