Conoce la cultura de Túnez

Los bereberes fueron los primeros pobladores de Túnez pero, a lo largo de los siglos, las sucesivas oleadas migratorias establecieron a fenicios, judíos, romanos, vándalos y árabes en el país. Además hubo una considerable afluencia de musulmanes procedentes de España, y los turcos otomanos también aportaron su granito de arena a la mezcla étnica.

El islam es la religión oficial del país. Pese a un indudable resurgimiento religioso, sobre todo entre los jóvenes y los desempleados, la nación sigue siendo bastante liberal. Hay una pequeña comunidad de judíos practicantes en la capital y en la isla de Jerba, y unos veinte mil católicos romanos.

Gracias en gran parte a los esfuerzos del anterior presidente secular y socialista Habib Burguiba, las condiciones para las mujeres son mejores que en el resto de países del mundo islámico (a ojos de los occidentales, al menos). Este mandatario ilegalizó la poligamia y el divorcio por repudio, y también puso límites a la tradición de las bodas concertadas, estableciendo a las mujeres una edad mínima de 17 años para casarse y otorgándoles el derecho a rechazar las propuestas de matrimonio. Su opinión sobre el velo (“un trapo odioso”), explica su exigua presencia en la actualidad.

Aun así, las tradiciones no se pierden fácilmente, y se recomienda a las viajeras que vistan con discreción. Los hombres con pantalones cortos se considera que van en ropa interior y en situaciones concretas pueden provocar indignación. Las manifestaciones públicas de afecto entre parejas son mal vistas en la mayor parte del país.

En la actualidad, la nación es prácticamente bilingüe: el árabe es el idioma del gobierno, pero casi todo el mundo domina el francés. Ésta fue la lengua en la que se impartió la enseñanza en los primeros años de Burguiba y todavía se enseña a partir de los seis años. En la escuela también se estudia inglés y alemán, pero es difícil entenderse en cualquiera de estos dos idiomas fuera de las principales zonas turísticas. El dialecto bereber chelha o tachelnit sólo se oye en los pueblecitos aislados.

Los hammam (baños públicos) son uno de los centros de la vida tunecina, como en todo el norte de África y Oriente Próximo, y se consideran lugares indicados no sólo para lavarse sino para relajarse y charlar. Todas las ciudades poseen como mínimo un hammam, con sectores diferenciados para hombres y mujeres (a veces en edificios completamente separados). Los hombres no necesitan llevar nada, se les proporciona una fouta (toalla de algodón) para moverse por el hammam. Se espera que las mujeres traigan su propia toalla (y vayan en ropa interior cuando se laven, por lo que se recomienda llevar prendas secas para cambiarse después). Una sesión incluye el acceso al baño, la sauna de vapor y una kassa, una friega vigorosa con un mitón grueso.

En Túnez, el arte ha estado muy influenciado por la mezcla cultural del país. Los estilos arquitectónicos, por ejemplo, abarcan desde los aportes púnicos y romanos hasta las casas alpinas de tejas rojas de Ain Draham, la arquitectura islámica de las medinas árabes y los habitáculos subterráneos de los bereberes del sur.

Malouf, que significa normal, es el nombre que recibe una forma de música tradicional árabe, que se ha convertido en una especie de institución en el país. Entre los principales estilos de música clásica tunecina destacan el nouba (el más antiguo, de origen andaluz), el chghoul y el bachraf (de origen turco). Los músicos, cantantes y compositores más conocidos incluyen el conjunto El-Azifet (una rareza en esta parte del mundo, pues se trata de un grupo exclusivamente compuesto por mujeres), Khemais Tarnane, Raoul Journou, Saliha, Saleh Mehdi, Ali Riahi, Hedi Jouini y Fethia Khairi, aunque será complicado encontrarlos fuera del ámbito nacional.

En Túnez se han descubierto gran número de mosaicos en un excelente estado de conservación gracias a su clima cálido y seco. Datan de los siglos II al VI d.C. y proceden en su mayoría de casas privadas y baños públicos. El Museo del Bardo, en la capital, dispone de una magnífica colección, así como el Museo de El-Jem.

Introducida por los franceses, la pintura es un arte contemporáneo muy presente en Túnez, con estilos que discurren desde las formas geométricas de Hédi Turki hasta la intrincada y libre caligrafía árabe de Nja Mahdaoui. Bajo el mandato francés, los europeos se trasladaron a Túnez a pintar bajo el sol norteafricano; quizá el más famoso fuera Paul Klee, quien visitó el país por primera vez en 1914. Las galerías modernas se ubican en la capital y en los alrededores, y destaca el refugio de artistas de Sidi Bou Saïd.