La literatura y la música de la corte otomana eran de carácter fundamentalmente religioso, y a los oídos occidentales suenan pomposas y lúgubres. Las artes visuales se veían limitadas por las disposiciones musulmanas, que prohíben la representación de cualquier ser con alma inmortal. Los museos turcos están llenos de azulejos de delicados colores, vasijas de cristal, puertas de mezquita de madera tallada, magníficos ejemplares del Corán, una intrincada orfebrería y atuendos suntuosos. Atatürk modificó el cuadro cultural turco alentando la pintura y la escultura figurativas y la literatura, la música (era un gran amante de la ópera), la danza y el teatro occidentales. La introducción de un nuevo alfabeto basado en el latino trajo consigo la alfabetización de la mayor parte de los ciudadanos, mientras que la prosa de la corte otomana cedió su lugar al uso de la lengua vernácula. Muchos escritores turcos, como Nazim Hikmet, Yashar Kemal y Orhan Pamuk han recabado elogios de la crítica y el público tanto en Turquía como en el extranjero. Artes otomanas como la técnica de jaspeado del papel y el teatro de sombras de marionetas están experimentando un renacimiento. La confección de alfombras todavía es una pasión en el país.
La música popular tenía (y sigue teniendo) una gran vitalidad. La música türkü, que se puede oír asiduamente en la radio, es una música folclórica con un matiz urbano moderno. La milenaria tradición de trovadores turcos ha quedado aniquilada a causa de la televisión y las cintas magnetofónicas, pero las canciones de los grandes trovadores siguen siendo populares y se interpretan y graban a menudo. En Turquía la industria cinematográfica comenzó muy temprano, vivió un momento álgido durante la década de 1920, se expandió rápidamente después de la II Guerra Mundial y ahondó en los temas sociales y políticos en las décadas de 1960 y 1970. El cine turco se caracteriza por la honestidad, el naturalismo y un humor escueto. Entre los directores destacan Yilmaz Güney, Tunç, Basaran, Zülfü y Ómer Kavur.
Aunque el turco es un idioma de una elegante sencillez, las reglas relacionadas con el orden de las palabras y la formación de verbos difieren mucho respecto a las lenguas indoeuropeas, lo cual dificulta su aprendizaje. Los verbos pueden ser tan complejos que acaban constituyendo frases enteras. Por ejemplo: Afyonkarahisarlilastiramadiklarimizdanmisiniz? significa “¿No es usted una de esas personas a quienes elegimos -sin éxito- para hacer que parecieran ciudadanos de Afyonkarahisar?”
El 99 por ciento de la población es de religión musulmana, sobre todo suníes; los chiíes y alauíes se encuentran en el Este y el Sureste. Muchos usos y costumbres derivan de las prácticas islámicas. La etiqueta exige vestir con modestia y quitarse los zapatos durante la visita a las mezquitas. En las zonas no frecuentadas por turistas (donde resulta fácil percibir un cierto hálito conservador) las mujeres presentan la cabeza, los brazos y los hombros cubiertos y lucen modestos vestidos o faldas, preferiblemente por debajo de las rodillas. Es mejor evitar la visita a las mezquitas durante la oración y a lo largo de los viernes, el día santo de los musulmanes. Numerosas costumbres suelen solventarse con un mínimo de cortesía, aunque los turcos lamentan que alguien pueda irse sin los cinco minutos de rigor dedicados a los parabienes.
Muchas mujeres se han quejado del acoso verbal y físico en Turquía. Aunque no es necesario obsesionarse y dejar que ciertos altercados estúpidos arruinen un viaje, no está de más tomar ciertas precauciones. En cualquiera de los casos, es mejor cubrirse el torso, las piernas y la parte superior de los brazos, especialmente cuando se viaja a la parte más oriental. También puede ser conveniente llevar una alianza. A la hora de caminar, es mejor tener un aspecto decidido, ignorar los piropos y no frecuentar las calles solitarias a partir del atardecer. En los restaurantes, las mujeres que vayan solas pueden preguntar dónde está el aile salonu (el comedor familiar). Salir sola a tomar una copa es poco aconsejable.
En Turquía el estómago será uno de los grandes recompensados del viaje. El shish kebab (cordero asado en un pincho) es un invento turco, y de hecho se encuentra por todas partes. Los platos básicos en los restaurantes son el cordero y el pescado (que puede ser caro). Si se pretende no gastar mucho, la comida más barata y apetitosa es la pizza turca. La verdura más utilizada es la berenjena, y cabe destacar el imam bayildi (sacerdote desfallecido), un delicioso estofado de berenjena. Los postres son muy dulces (a menudo empapados en miel), y suelen incluir fruta, frutos secos y repostería en tentadoras combinaciones. Los vegetarianos tienen menor elección, aunque siempre podrán satisfacer su apetito, puesto que es fácil optar por una comida entera formada por magníficos mezzeh (entremeses). La bebida nacional es el çay (té). La cerveza se sirve en casi todos los establecimientos, y los vinos del país son baratos y sorprendentemente buenos, aunque la bebida alcohólica más extendida es el raki, un fuerte aguardiente con sabor a anís.