La historia de Cabo Verde está marcada por tres hechos decisivos: En primer lugar, la llegada de los portugueses cuando las islas estaban completamente deshabitadas; en segundo lugar, la creciente fragilidad del medio ambiente con el transcurso de los siglos, en gran medida debido al impacto y al cultivo excesivo; y, en tercer lugar, su situación geográfica, ya que es el país africano más alejado de su continente y más cerca de América. No sorprende que se haya desarrollado siguiendo unos parámetros diferentes a los del resto de África.
En 1456, cuando los marineros portugueses atracaron por primera vez en Cabo Verde, las islas no estaban pobladas pero abundaba la vegetación. Al contemplarlas en la actualidad, sorprende imaginar que antaño fueron suficientemente frondosas para permitir que los portugueses regresaran seis años más tarde a São Tiago y fundaran Ribeira Grande (la actual Cidade Velha). Inmediatamente introdujeron esclavos de la costa de África Occidental para que realizasen el trabajo más ingrato. Las islas se convirtieron en un punto de escala para los barcos de negreros que cubrían el trayecto de Europa a América.
La prosperidad también produjo efectos indeseados, como el saqueo a cargo del inglés sir Francis Drake en 1586. Cabo Verde continuó en manos portuguesas y siguió prosperando, pero en 1747 las islas sufrieron la primera de las sequías que les han afectado desde entonces. La situación empeoró con la deforestación y el cultivo excesivo, que destruyeron la vegetación que proporcionaba humedad. Tres severas sequías en los siglos XVIII y XIX provocaron la muerte por inanición de más de cien mil personas; durante estas crisis el gobierno portugués apenas envió ayuda. En el siglo XIX el declive del lucrativo comercio de esclavos supuso otro duro golpe. El esplendor de Cabo Verde se había desvanecido.
En 1832, Charles Darwin hizo escala en el archipiélago, encontrando unas islas áridas y desérticas. En ese período, muchos caboverdianos emigraron a Nueva Inglaterra, un destino popular ya que las ballenas abundaban en las aguas próximas a Cabo Verde, y ya en 1810 balleneros procedentes de Massachusetts y Rhode Island, Estados Unidos, reclutaron a tripulantes en las islas de Brava y Fogo.
A finales del siglo XIX, con la aparición de los transatlánticos, la posición de las islas, cruzadas por varias vías marítimas en el Atlántico, la convirtieron en un lugar ideal para reabastecer a los barcos de combustible (carbón importado), agua y ganado. Sin embargo, prosiguieron las sequías y el gobierno portugués no aportó ayuda alguna. Durante la primera mitad del siglo XX, otros muchos miles de personas murieron de hambre.
A pesar del maltrato que sufrieron de su metrópoli por su tono de piel más claro, los caboverdianos obtuvieron más facilidades que otras posesiones portuguesas. Una pequeña minoría recibió educación; Cabo Verde fue la primera colonia portuguesa con una escuela de enseñanza superior. En la época de la independencia, la cuarta parte de la población, frente al 5% en la Guinea portuguesa (la actual Guinea-Bissau), estaba alfabetizada.
La educación facilitó el conocimiento de las luchas de emancipación en el continente y los caboverdianos iniciaron un movimiento por la independencia junto a los nativos de Guinea-Bissau. El dictador portugués Salazar no estaba dispuesto a perder sus colonias, así que, desde comienzos de los años sesenta, el pueblo de Cabo Verde y de Guinea-Bissau combatió en una de las guerras más largas de liberación africanas.
En 1975 Cabo Verde alcanzó la independencia de Portugal. Sin embargo, las sequías continuaron; una de ellas llegó a durar casi veinte años. Pese a que en la segunda mitad de los años ochenta gozaron de un clima más benigno y produjeron dos cosechas anuales, una larga y dura sequía en los años noventa hizo necesario el envío urgente de alimentos desde el exterior. En 1991, se celebraron las primeras elecciones multiparditistas; el recién formado Movimento Para a Democracia (MPD) logró el 70% de los votos y formó un nuevo gobierno bajo el liderazgo de Carlos Veiga como primer ministro y de António Monteiro como presidente. Ambos fueron reelegidos un año más tarde en los primeros comicios auspiciados bajo la nueva constitución.
En los años noventa el lento desarrollo económico ocasionado por la sequía provocó la división del MPD, y un tránsfuga fundó un partido rival. Sin embargo, el MPD logró nuevamente la victoria en las elecciones generales de 1995. En 1997, una sequía muy grave acabó con el 80% de las cosechas de grano de las islas. Un año más tarde, el primer ministro Veiga sobrevivió a un accidente de avión en el que falleció uno de sus guardaespaldas.
En las recientes elecciones legislativas y parlamentarias fueron elegidos un nuevo primer ministro y presidente, con un regreso a la izquierda. El Partido Africano de la Independencia (PAICV), que anteriormente había gobernado el país, vuelve a estar en el poder.