Conoce la historia de Fidji

Hacia el año 1500 a.C., llegó a Fiyi el pueblo lapita, primeros pobladores de las islas y procedentes en su mayoría de otras partes de la Melanesia. Al principio, habitaban en las costas y subsistían de la pesca; sin embargo, allá por el año 500 a.C. comenzaron a dedicarse a la agricultura, lo que ocasionó un importante aumento de la población y el desarrollo de un feudalismo tribal.

Aproximadamente en el año 1000 d.C., se produjo la invasión de las islas a manos de polinesios procedentes de Tonga y Samoa, implicando a los melanesios en guerras a gran escala. El canibalismo era una práctica común. La población se dividía en grandes grupos familiares llamados mataqali, que habitaban en poblados fortificados y estaban dirigidos por jefes polígamos, cuyo cargo era hereditario (turaga-ni-koro). Los matrimonios entre miembros de diferentes tribus constituían una forma muy importante de establecer vínculos entre las comunidades. Sin embargo, las rivalidades y disputas eran bastante frecuentes, y las luchas entre clanes distintos enfrentaba a miembros de una misma familia.

El primer europeo en avistar las islas Fiyi fue Abel Tasman, cuando se dirigía a Indonesia, en 1643. Tasman consiguió sortear los traicioneros arrecifes del noroeste de Vanua Levu y Taveuni, pero sus relatos sobre los peligros existentes mantuvieron alejados a otros navegantes durante otros 130 años. En 1774, James Cook dirigió la siguiente visita a las islas, concretamente a Vatoa, del grupo Lau. Quince años más tarde, arribó a sus costas el lugarteniente William Bligh, después de haber navegado a la deriva en un pequeño bote con otros 18 tripulantes, tras el motín producido en el barco HMS Bounty. En su periplo, cruzaron el grupo de islas de Lau y las grandes islas de Vanua Levu y Viti Levu, cuyas aguas aún se conocen hoy día como las “aguas de Bligh”.

A principios del siglo XIX, varios comerciantes desembarcaron en Fiyi en busca de madera de sándalo y bêche-de-mer, suculentos pepinos de mar muy preciados en Asia. Gracias a ellos, los fiyianos tuvieron acceso a las herramientas de metal, al tabaco, a las telas y a las armas. Las consecuencias fueron impactantes: violentas luchas entre clanes y un rápido cambio en la sociedad de las islas, en la que también desempeñaron un papel fundamental los supervivientes de los naufragios, los marineros desertores y los convictos que habían conseguido escapar de los asentamientos penales británicos de Australia. Muchos tuvieron la desgracia de saber de primera mano por qué las islas eran conocidas como las “islas caníbales”, pero unos pocos, entre ellos el sueco Charles Savage, consiguieron integrarse plenamente en el escalafón más alto de los clanes feudales fiyianos, trabajando como intérpretes de los jefes, intermediarios, carpinteros o soldados.

Otros destacados invasores de mediados del siglo XIX fueron los militares de Tonga y los misioneros ingleses. Estos últimos trataron de convertir a los jefes de las tribus, sin mucho éxito. En 1867, el reverendo Thomas Baker fue devorado; su pie está expuesto en el museo de Fiyi. El pueblo de Levuka, en la isla de Ovalau, se convirtió en un importante puerto comercial del Pacífico Sur que se disputaban los estadounidenses, franceses y británicos, y donde cada país sospechaba de las intenciones imperialistas del otro. Levuka se transformó en una ciudad sin ley; en 1847, las relaciones con los lugareños llegaron a su punto más crítico, que culminó con el incendio del asentamiento.

En 1871, Cakobau, que se proclamó rey de las islas Fiyi, se propuso la creación de un gobierno al estilo occidental que fracasó tras sólo dos años de existencia. En el año 1873, el cónsul británico en funciones J. B. Thurston sentó las bases de la anexión de las islas a su país, que finalmente tuvo lugar el día 10 de octubre de 1874, fecha en la que Fiyi fue proclamada colonia británica, con capital en Suva. El gobernador Sir Arthur Gordon intentó que la colonia fuera autosuficiente desde el punto de vista económico mediante los cultivos de plantaciones, como el algodón, la copra y la caña de azúcar. La productividad se disparó gracias a la contratación de obreros procedentes de la India, que veían en Fiyi un modo de escapar a la pobreza de su país. Sin embargo, la vida en las plantaciones resultó ser una mezcla de abusos, asesinatos, suicidios, violaciones y enfermedades. Cuando en 1919 se abolió este tipo de contratación, ya había más de 60.000 hindúes en las islas. La comunidad india, a quien se había prohibido la posesión de tierras, se dedicó a los negocios pequeños, al comercio y a la burocracia, y también arrendó granjas a largo plazo. Los australianos consiguieron dominar la economía local a través de la producción de azúcar y de las minas de oro; mientras tanto, los europeos manipulaban las tensiones raciales entre fiyianos e indios en un esfuerzo por mantener el completo dominio de la economía y la política de las islas.

Tras la Segunda Guerra Mundial, a la que Fiyi envió 8.000 soldados a luchar contra Japón en las islas Salomón, fiyianos e indios asumieron una mayor conciencia política, a pesar de que continuó habiendo segregación racial. El 10 de octubre de 1970 Fiyi obtuvo la independencia; instauró un sistema político al estilo británico y organizó sus partidos políticos en líneas raciales. En las elecciones de 1987, se alzó con la victoria una inestable coalición acusada de estar dominada por hindúes, a pesar de que tanto el primer ministro como la mayoría de su gabinete de gobierno eran fiyianos. Se sucedieron una serie de manifestaciones y, mientras tanto, el movimiento extremista Taukei se dedicó a desestabilizar al nuevo gobierno. Los negocios de propietarios hindúes sufrieron una ola de atentados; además, la comunidad india fue víctima de violentos ataques. Un mes más tarde, el 14 de mayo de 1987, el coronel Sitiveni Rabuka tomó el parlamento y se hizo con el poder tras un incruento golpe de Estado. En octubre de ese mismo año, Fiyi era expulsada de la Commonwealth. Las elecciones de 1991 volvieron a dar la victoria a Rabuka, que abandonó su carrera militar para dedicarse exclusivamente a la política. Para suavizar la imagen tan dura de su gobierno, realizó una serie de concesiones a trabajadores y sindicatos.

En las elecciones celebradas en 1999, salió victorioso por primera vez en la historia un primer ministro descendiente de hindúes, Mahendra Chaudhry. Entre sus medidas, destacan la reforma agraria, que los fiyianos indígenas interpretaron como una amenaza a sus posesiones, y una propuesta de ley sobre justicia social, que reducía los programas del gobierno para el pueblo indígena. El resentimiento de los fiyianos se concentró en torno al movimiento Taukei y, tras varios meses de protestas contra el gobierno, un golpe de Estado encabezado por George Speight acabó con el mandato de Chaudhry en mayo del año 2000. Respaldado por un ejército privado de 100 hombres, Speight asaltó el parlamento y tomó como rehenes a más de treinta parlamentarios, para demandar así una nueva Constitución que garantizara la supremacía política de la minoría indígena. Finalmente, Speight y sus seguidores fueron arrestados, gracias al peso de la presión internacional y la del propio país. Tras las elecciones parlamentarias celebradas en 2001, Laisenia Qarase fue nombrado primer ministro. Mientras que la economía comienza a mejorar y los turistas vuelven a Fiyi, los problemas raciales continúan y no parece que vaya a solucionarse a corto plazo.