Conoce la historia de Israel y territorios palestinos

La riqueza histórica de Israel es apabullante. Profundamente literaria, repleta de nombres conocidos y siempre tumultuosa, su pasado se traslada al presente, moldeándose el día a día con conflictos que surgieron hace miles de años. Entre 2000 y 1750 a.C. tribus seminómadas se asentaron en el país de Canaán, momento en el que, según la Biblia, el patriarca hebreo Abraham abandonó la capital del imperio sumerio, Ur, y se estableció en la montaña de Judá. El libro sagrado data la unión de las tribus hebreas en 1023 a.C. Este reino fue gobernado por Saúl, pero sería su sucesor, el rey-profeta David, quien tomó Jerusalén y la convirtió en su capital. Alrededor de 950 a.C., Salomón, hijo de David, erigió uno de los monumentos clave del judaísmo: el templo de Jerusalén, destruido en 586 a.C. por los invasores babilonios, pero reedificado más adelante. El imparable Imperio Romano tomó Israel en 63 a.C., y la administró a través de gobernadores como Herodes el Grande y Poncio Pilatos. Según la Biblia, en esa época vivió Jesús, y predicó en Israel. La torpeza y vejaciones de la autoridad romana en tiempos de Calígula provocó una sublevación judía, que duró cuatro años, hasta ser aplastada con una nueva destrucción del templo de Salomón. Tras una segunda revuelta, Jerusalén quedó asolada; se reconstruyó bajo el nombre de Aelia Capitolina, y se instituyó Palestina como cantón del Imperio Romano. Esta derrota señaló el fin del estado judío y dio paso a la primera gran Diáspora, la dispersión del pueblo judío.

En 331 d.C., el emperador Constantino se convirtió al cristianismo y embelleció Jerusalén con construcciones de gran relevancia, como la iglesia del Santo Sepulcro y la Natividad. La llegada del islam sobrevino con la conquista de Jerusalén (638 d.C.) a manos del califa Omar. Fue declarada Ciudad Santa del islam, pretextando que el profeta Mahoma había ascendido a los cielos desde la Explanada de las Mezquitas. La indignación del mundo cristiano llevó, en 1099, a los cruzados francos a ocupar Jerusalén; Palestina y Transjordania se convirtieron en el reino latino de Jerusalén. Después de trescientos años de continua guerra entre cristianos y musulmanes, los mamelucos derrotaron a los últimos cruzados en 1291.

Los siguientes quinientos años pueden considerarse los más pacíficos que ha vivido Israel. Los imperios nacían y morían, y el control del país cambió de manos con una regularidad monótona, pero escasas batallas se libraron en suelo israelí. La única anomalía se produjo en el siglo XVI, cuando el Imperio Otomano tomó posesión del reino y Sulimán el Magnífico reconstruyó la muralla de Jerusalén. A mediados del siglo XIX, con el poder otomano ya en decadencia, el interés mundial volvió a centrarse en Israel. Gran Bretaña estableció un consulado en Jerusalén, y, en 1839, sir Moisés Montefiore, un judío británico, promovió la idea de un estado judío. En 1878, se fundó la primera colonia judía y, poco después, se inició la primera aliyah u oleada de inmigrantes. Simultáneamente, la población árabe de Palestina consolidaba su afán nacionalista y sentimiento anti-europeo, presagiando futuras dificultades para los recién llegados.

Durante la I Guerra Mundial, Gran Bretaña se implicó seriamente en la política israelí, aplicando una doble diplomacia en favor de árabes y judíos, comprometiéndose a crear un estado árabe así como un hogar nacional para el pueblo judío. Al finalizar la contienda, y por consenso internacional, se entregó Palestina a Gran Bretaña como Protectorado. Mientras Europa se aproximaba a la II Guerra Mundial, los británicos detuvieron toda inmigración a Israel. Pero la afluencia de judíos era contínua, y la población árabe reaccionó con una violencia cada vez mayor. En la Asamblea General de la ONU, celebrada el 2 de abril de 1947, se aprobó la resolución 181, en la que se acordó la partición de Palestina en un Estado árabe y otro judío, mientras que Jerusalén pasaba a ser administrada por la ONU. Finalmente, Gran Bretaña anunció la retirada de sus tropas, afirmación que se hizo efectiva el 14 de mayo de 1948. Los conflictos arreciaron de inmediato y estalló la primera guerra árabe-israelí (1948-1949); a la altura del alto el fuego en mayo de 1949, las fuerzas israelíes controlaban la mayor parte de Palestina. Israel intensificó la política de inmigración de judíos de todo el mundo; muchos llegaron para colonizar, incluso, las zonas más inhóspitas del país.

Rodeado por naciones árabes enemigas, el nuevo estado de Israel no tardó en estar sitiado. En 1967, Israel atacó por medio de una operación relámpago a Egipto, Jordania y Siria. Los israelíes vencieron en seis días, y expandieron su territorio a los altos del Golán, Cisjordania, la franja de Gaza, el este de Jerusalén y la península del Sinaí. La fuerza de Israel atrajo a otra oleada de inmigrantes, mientras era abandonada por medio millón de palestinos. Un grupo de palestinos que optaron por permanecer en el territorio y luchar creó en 1964 la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), dedicada a la liberación de su patria. Paralelamente, Israel firmaba acuerdos de paz con Egipto.

Al cabo de los años, la OLP no había suscitado más que la condena internacional, pero el levantamiento palestino de 1987, la Intifada, dio un vuelco a la situación. Las imágenes televisivas de estos acontecimientos lograron que la opinión pública mundial se percatase de la cuestión palestina. En 1991, se desarrolló la Conferencia Internacional de Paz para Oriente Próximo en Madrid, en la que participaron dirigentes israelíes y una delegación palestina, y se establecieron las bases para futuras negociaciones. En 1993 Yasser Arafat, líder de la OLP, e Isaac Rabin, primer ministro israelí, se dieron un apretón de manos en el jardín de la Casa Blanca, y procedieron a la firma de la Declaración de Principios de Washington, que incluía la autonomía de Gaza y Cisjordania, el reconocimiento del Estado de Israel y las bases del futuro estatuto de Jerusalén. Pero, en 1995, el ministro israelí Isaac Rabin fue asesinado por un joven ultraortodoxo. En 1996 Arafat venció en las elecciones celebradas en la Autoridad Nacional Palestina (ANP). El dirigente derechista Benjamín Netanyahu, que derrotó al laborista Simon Peres en los comicios israelíes, se hallaba menos predispuesto a negociar la paz, y el aumento de los asentamientos israelíes y de las represalias terroristas llevó al país al borde de la guerra durante su gobierno

Con la elección del laborista Ehud Barak en 1999 como nuevo representante, Israel contó con una nueva oportunidad para lograr la paz. Su promesa de retirada de la zona de seguridad del sur del Líbano, donde tropas israelíes y la milicia Hezbollah llevaban décadas luchando, se hizo realidad el 24 de mayo de 2000, a pesar de la inquietud de Siria con respecto a los altos del Golán ocupados por Israel. Durante la evacuación de la zona por parte de las tropas israelíes, la milicia Hezbollah se trasladó allí rápidamente, obligando a los soldados israelíes a una retirada caótica bajo un fuego intenso, con civiles libaneses lanzando a la confusión algunas botellas y piedras.

Tras el fracaso de la nueva cumbre de Camp David en julio de 2000, el 28 de septiembre del mismo año estalló la segunda Intifada tras la visita del derechista Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas. Los cinco meses de Intifada tuvieron como resultado cuatro centenares de víctimas entre israelíes y palestinos. Paradójicamente, la violencia instó a ambas partes a reanudar las conversaciones por la paz.

En 2001, el radical Ariel Sharon sustituyó a Barak, marcando un giro político. Los acontecimientos del 11 de septiembre endurecieron la actitud israelí y la agresión palestina se consideró la “segunda intifada”. La persecución de Sharon de lo que llamaron “terroristas” palestinos no contribuyó a reducir la oleada de suicidas palestinos con bombas. Los bandos se culpaban entre ellos de cada derramamiento de sangre. Mientras los terroristas suicidas asesinaban o herían con sus bombas a muchos inocentes, los israelíes apretaron las tuercas a los palestinos, atacando a lo que ellos consideraban células terroristas y acabando con vidas inocentes a su paso _ la proporción de bajas palestinas en comparación con las israelíes era de tres a una.

Las condiciones de vida en los Territorios Palestinos se endurecieron. El envejecido Arafat resistió los intentos de arrebatarle el poder y se fue quedando cada vez más aislado. Los colonos israelíes en territorio palestino aumentaron hasta superar los 250.000. La construcción de una “valla de seguridad” _ más bien un muro para aislar a los palestinos _ fue declarada ilegal por el Tribunal Superior de la ONU y contribuyó a hacer trizas el tan cacareado plan de EE UU para lograr la paz.