La prehistoria de Myanmar comienza con la llegada de tres grupos: el primero fueron los mon, desde la tierra que en la actualidad se llama Camboya; luego llegaron los birmanos mongoles, procedentes del Himalaya oriental y, por último, aparecieron las tribus tai del norte de Tailandia. El reino birmano de Pagán, en el siglo XI, fue el primero que consiguió el control del territorio, aunque fracasó en su intento de unificar los diferentes grupos raciales y terminó por hundirse ante la invasión tártara de 1287. Durante los doscientos cincuenta años que siguieron, Birmania permaneció en una situación de caos, y el territorio no volvió a ser reunificado hasta mediados del siglo XVI, cuando una serie de reyes taungoo extendieron sus dominios y derrotaron concluyentemente a los siameses de la actual Tailandia. En el siglo XVIII, el país se fracturó de nuevo cuando los mon y las tribus de las colinas establecieron sus propios reinos. En 1767, los birmanos invadieron de nuevo Siam y saquearon Ayuthaya, obligando a los siameses a mudar su capital a Bangkok.
Ocasionales escaramuzas fronterizas y las ambiciones imperialistas británicas fueron los motivos de las invasiones inglesas de 1824, 1852 y 1883. Birmania se convirtió en una provincia de la India británica; los británicos construyeron la habitual infraestructura colonial y lograron hacer de Birmania un importante exportador de arroz. Para complicar aún más la mezcla racial, indios y chinos llegaron con los ingleses. En 1937, el país se escindió de la India británica y comenzaron a alzarse voces en favor del autogobierno. Los japoneses expulsaron a los británicos de Birmania durante la II Guerra Mundial y trataron de obtener el apoyo político de los habitantes del mpaís. Éstos se sintieron tentados brevemente por la oportunidad de independencia, pero pronto surgió un movimiento de resistencia. En 1948, Birmania logró su autonomía y, casi de inmediato, el país comenzó a desintegrarse con las revueltas simultáneas de las tribus de las colinas, los comunistas, los musulmanes y los mon.
En 1962, el general Ne Win lideró un golpe de estado militar izquierdista que acabó con el precario régimen democrático y encaminó al país por la vía del socialismo. En el curso de los veinticinco años que siguieron, la economía birmana se vino abajo hasta que, en 1987 y 1988, el pueblo decidió que ya no aguantaba más. Multitudinarias manifestaciones exigieron la dimisión de Ne Win, y los violentos enfrentamientos entre prodemócratas y el Ejército se saldaron con tres mil muertos en un período de seis semanas. Varios gobiernos fantoche fueron nombrados por Ne Win, y más tarde un golpe militar (que se cree fue instigado por éste) llevó al poder al general Saw Maung. El nuevo líder prometió elecciones en 1989. A pesar de todas las medidas tomadas para impedirlo, la Liga Nacional para la Democracia obtuvo una aplastante victoria en las urnas.
Sin embargo, la Junta impidió que accedieran al poder los líderes elegidos, entre los que se encontraba Aung San Suu Kyi (que estuvo encarcelada hasta mediados de 1995), y luego se ocupó de sofocar brutalmente la rebelión de los karen y de enfrentarse al ejército privado del poderoso traficante de droga Khun Sa. Las noticias del arresto domiciliario de Khun Sa en una cómoda villa de Yangon, con criados, coches de lujo, escolta militar y un imperio hotelero e inmobiliario bajo su control han dado pie a las sospechas de una componenda entre Yangon y la multinacional de la heroína de Khun Sa.
En las calles de Yangon, y en otros lugares del país, aún se lucha a favor de las reformas y de una democracia real, pero la solución parece más lejana cada día. Las ocasionales protestas estudiantiles suelen encontrar la hostilidad de violentas bandas de jóvenes favorables a la Junta, al mismo tiempo que monjes budistas de quienes no se esperaría tanta agresividad lanzan bombas incendiarias a mezquitas musulmanas. Además de todos estos disturbios, los revolucionarios de la vieja escuela insisten en que la democracia sólo se puede conseguir manteniendo los embargos y las sanciones al turismo, mientras que los prodemócratas más prácticos están de acuerdo, paradójicamente, con la postura oficial del CRLEO (Consejo de Restauración de la Ley Estatal y el Orden) de que “oponerse a la ayuda y a las inversiones extranjeras y al turismo equivale a quitarle la escudilla de arroz al hombre de la calle”. El embargo de los grandes del comercio, en cualquier caso, no parece haber hecho mella, y la política de puertas abiertas sólo ha tenido como consecuencia una ligera mejoría económica. El historial de abuso de los derechos humanos en Myanmar hace que los inversores extranjeros se retraigan, y nadie parece ser capaz de encontrar una salida a la crisis política y al estancamiento económico.
Durante el encarcelamiento de Aung San Suu Kyi, ganó varios premios de la paz mundiales, como el premio Nóbel de la Paz de 1991. Para alegría del pueblo birmano y sus partidarios en el extranjero, el gobierno la liberó en julio de 1995. Pero se le prohibió salir de Rangún y fue detenida de nuevo en septiembre de 2000 después de un intento de salir de la ciudad. En octubre de 2000, Aung San Suu Kyi mantuvo conversaciones secretas con el gobierno a través de un negociador de las Naciones Unidas que llevaron a su liberación en mayo de 2002. Ambas partes prometieron continuar las conversaciones, y Aung San Suu Kyi se mostraba optimista ante la posibilidad de llevar la reforma democrática a su país.
Sin embargo, en mayo de 2003, Suu Kyi fue arrestada de nuevo después de un enfrentamiento violento entre sus partidarios y una muchedumbre defensora del gobierno mientras visitaba el norte de Myanmar. Se calcula que unos 70 partidarios del NLD y aldeanos locales fueron golpeados o disparados en el ataque. Suu Kyi fue “liberada” oficialmente en noviembre, pero sigue bajo arresto domiciliario en su casa. El primer ministro, el general Khin Nyunt, esbozó un “mapa de carreteras” de siete puntos para lograr la “democracia disciplinada” en septiembre de 2003, pero fue rechazado por “desvío” por EE UU que, junto con la Unión Europea y Japón, endurecieron las sanciones contra Myanmar después de la detención de Suu Kyi. Los esfuerzos por volver a sentar a las partes en una mesa de negociaciones continuaron con la convención constitucional de mayo de 2004, aunque su legitimidad fue minada por un boicot de NLD. La sustitución, meses después, de Khin Nyunt como primer ministro se consideró un síntoma del malestar en los más altos niveles de la junta.