Los primeros pobladores de Sri Lanka fueron los veddas nómadas. La leyenda los vincula a los yakkhas, unos demonios conquistados por los cingaleses alrededor de los siglos V o VI a.C. Varios reinos cingaleses, entre los que se incluía Anuradhapura, al norte, se afincaron en la isla durante el siglo IV a.C. Mahinda, hijo de Asoka, emperador indio de la dinastía Maurya, introdujo el budismo en el siglo III a.C., y este credo enseguida se convirtió en religión oficial y foco de un intenso nacionalismo. Anuradhapura no constituía una fortaleza inexpugnable. Durante los siguientes mil años, repetidas invasiones procedentes del sur de la India harían de Sri Lanka una zona de permanentes luchas por el poder dinástico.
Los portugueses llegaron a Colombo en 1505 y obtuvieron un monopolio de valor incalculable sobre el comercio de especias. Hacia 1597, los colonizadores se habían hecho con el control formal de la isla. No obstante, no lograron desplazar al poderoso reino cingalés de Kandy, que consiguió el apoyo de los holandeses para expulsar a los portugueses en 1658. Los holandeses estaban más interesados en el comercio que en la religión o la tierra, así que, en 1796, no ofrecieron demasiada resistencia cuando los británicos llegaron a la isla. Éstos menoscabaron la soberanía Kandy y, en 1853, se convirtieron en la primera potencia europea que gobernaba la totalidad de la isla. Florecieron las plantaciones de café, té, canela y coco (donde trabajaban tamiles procedentes del sur de la India) y se introdujo el inglés como lengua nacional.
Finalmente, Sri Lanka, conocida entonces como Ceilán, obtuvo la independencia completa como dominio miembro de la Commonwealth británica en 1948. El gobierno puso en práctica políticas de corte socialista, reforzando los servicios sociales y manteniendo fuerte la economía, pero también privó del derecho al voto a 800.000 tamiles que trabajaban en las plantaciones. En 1956, resultó vencedor el nacionalista cingalés Solomon Bandaranaike, impulsor de unas leyes de supremacía cingalesa en el parlamento que convirtieron al cingalés en idioma oficial y reservaban los mejores puestos de trabajo a los miembros de esta etnia. En parte, puso en práctica estas medidas para compensar el desequilibrio de poder que existía entre la mayoría cingalesa y la élite de habla inglesa y educación cristiana. Sin embargo, esta política enfureció a la minoría de hindúes tamiles, que empezó a ejercer presión para conseguir un sistema de gobierno federal con mayor independencia para las regiones tamiles del norte y este.
Los conflictos étnicos y religiosos del país datan de esta época y se han ido agravando a medida que se ha intensificado la lucha por la riqueza y el trabajo. En 1959, un monje budista asesinó a Bandaranaike cuando trataba de reconciliar a las dos comunidades. Le sucedió su viuda, Sirimavo, que se convirtió en la primera mujer que ocupaba el cargo de primera ministra. Continuó con la política socialista de su marido, pero la economía fue de mal en peor. En 1971, una revuelta mal organizada, instigada por los maoístas cingaleses del JVP se saldó con miles de muertos. Un año después, el país se convirtió en una república y adoptó el nombre oficial de Sri Lanka.
En 1972, la constitución declaró formalmente al budismo como principal religión oficial y se redujeron las plazas para los tamil en la universidad. El subsiguiente malestar social condujo a decretar el estado de emergencia en las regiones tamiles. Las fuerzas de seguridad cingalesas se enfrentaron a jóvenes tamiles, que iniciaron la lucha por la independencia de su patria. En 1971 resultó elegido Junius Richard Jayewardene, que ascendió el tamil a la categoría de lengua nacional en las regiones tamiles. De igual modo, concedió a los tamiles un mayor control del gobierno local, pero la violencia se disparó sin control.
Cuando los secesionistas de Liberación de los Tigres de Tamil Eelam (LTTE) hicieron volar por los aires una patrulla del ejército en 1983, los grupos cingaleses iniciaron dos días de disturbios que causaron la muerte de miles de tamiles, así como el incendio y saqueo de numerosas propiedades. Después de estos sucesos, ya no había marcha atrás. Muchos tamiles se desplazaron hasta las regiones del norte, de mayoría tamil y los cingaleses empezaron a abandonar la zona de Jaffna. Los secesionistas tamiles reclamaron el tercio norte del país y la costa oriental. Poseían una abrumadora mayoría en el norte, aunque en el sur la proporción de tamiles estaba igualada a la de musulmanes y cingaleses. La violencia se agravó y se produjeron intimidaciones y matanzas por ambas partes.
Hacia 1985, 50.000 habitantes de Sri Lanka estaban recluidos en campos de concentración, y cien mil tamiles se encontraban exiliados en campos situados en el estado indio de Tamil Nadu. La economía se resintió a medida que la afluencia de turismo disminuía. El precio del té cayó en picado, los países que entregaban ayuda económica amenazaron con retirar su apoyo por las violaciones de los derechos humanos. En 1987, cuando las fuerzas gubernamentales hicieron retroceder a los tamiles hasta la ciudad de Jaffna, el malestar tamil en el sur de la India y la presión interna sobre el gobierno de este país hicieron temer una invasión por parte del mismo. Jayewardene llegó a un acuerdo con el entonces primer ministro indio Rajiv Gandhi en virtud del cual el ejército de Sri Lanka se retiraría y una fuerza pacificadora india (la IPKF) mantendría el orden en el norte y desarmaría a los Tigres. Un acuerdo que, en teoría, parecía razonable, falló al ponerse en práctica, puesto que los cingaleses y los musulmanes del sur se amotinaron por la ocupación india y la capitulación de los no tamiles en el este. Los Tigres atacaron a los cingaleses, la IPKF atacó a los Tigres y la situación en Sri Lanka se convirtió en un atolladero de inevitable violencia.
En 1989, cuando parecía que la IPKF lograba mantener el control del norte, estalló una rebelión cingalesa en el sur y el JVP orquestó una serie de huelgas y asesinatos políticos. El país se hallaba en un impasse cuando el gobierno de Sri Lanka, liderado por Ranasinghe Premadasa, trató de granjearse las simpatías del JVP para conseguir que este grupo entrara a formar parte de la vida política. Cuando la estratagema fracasó, Premadasa soltó escuadrones de la muerte que asesinaron a los sospechosos de pertenecer al JVP y lanzaron los cadáveres en ríos. Así comenzó un reinado del terror que se prolongó durante tres años y ocasionó al menos 30.000 muertos. La IPKF, que en su momento álgido se componía de 80.000 hombres, abandonó su ingrata misión en 1990. Los Tigres habían aceptado un alto el fuego, pero la violencia no tardó mucho en recrudecerse cuando un grupo tamil disidente declaró de modo unilateral la independencia de su patria.
El gobierno de Sri Lanka ha alternado soluciones políticas con ofensivas militares y ninguna de ellas ha supuesto el fin de las matanzas y el terrorismo. En 1991, un terrorista suicida tamil asesinó a Rajiv Gandhi y Premadasa corrió la misma suerte en 1993. Un año después, Chandrika Bandaranaike Kumaratunga se convirtió en primera ministra, cuando el Partido de la Alianza Popular derrotó al Partido de Unidad Nacional en las elecciones parlamentarias de agosto. En 1995, Chandrika fue elegida presidenta y, por segunda vez desde 1959, su madre Sirimavo Bandaranaike ocupó el cargo de primera ministra.
Los Tigres rompieron de modo unilateral una tregua acordada a principios de 1995. El gobierno respondió con una operación militar masiva que se apoderó de la península de Jaffna y expulsó de la ciudad tanto a los Tigres como a la población tamil. Cuando las iniciativas gubernamentales que pretendían calmar a la población tamil fueron relativamente bien recibidas y la violencia de los Tigres quedó sofocada, parecía que Sri Lanka se hallaba en el camino hacia una paz duradera. Pero los Tigres se reagruparon y, hacia mediados de 1996, ya estaban en disposición de emprender mortíferos ataques contra las tropas gubernamentales emplazadas al norte de Sri Lanka y acciones terroristas en Colombo. La violencia alimentó la oposición cingalesa a firmar la paz con los tamiles, un hecho que, a su vez, desilusionó a la mayoría de habitantes de la isla, desesperada por alcanzar el fin de la violencia.
A principios del nuevo milenio, los Tigres tamiles seguían tratando de recuperar la península de Jaffna y sus terroristas suicidas seguían matando a transeúntes por toda la isla, sobre todo en Colombo. A mediados de octubre de 2000, la matanza de 26 prisioneros tamiles desarmados a manos de una muchedumbre cingalesa en la región montañosa de Bandarawela dejó al descubierto la poca (o ninguna) sensibilidad de algunos de los contendientes; los asesinatos trajeron aparejados violentas manifestaciones y ataques como represalia, que arrastraron hasta el corazón del conflicto a la relativamente tranquila región central. Entre noviembre y diciembre de 2000, los intentos de Noruega para actuar de mediadora en unas conversaciones de paz entre el gobierno y los Tigres trajeron alguna esperanza a la región y, en una primera ronda de conversaciones, el enviado de paz se entrevistó por separado con los líderes de ambas partes.
Chandrika Kumaratunga, elegida la primera mujer presidenta de Sri Lanka en 1994, obtuvo un segundo mandato en las elecciones de diciembre de 1999. Días antes del plebiscito, fue objetivo de un terrorista suicida del LTTE, que le ocasionó la pérdida de visión en un ojo. En las elecciones de octubre de 2000, el Partido de la Alianza liderado por Kumaratunga acabó con el impasse en que había entrado el país, cuando ningún partido único consiguió una mayoría suficiente para formar gobierno con el apoyo de dos partidos menores. La muerte de más de sesenta personas durante la campaña electoral arruinó las elecciones y la muerte, el 10 de octubre, de Sirimavo Bandaranaik, la primera mujer que llegó al cargo de primera ministra y condujo al país hacia la república en 1972, suscitó un profundo dolor entre la población.
Chandrika Kumaratunga renovó su mandato en diciembre de 1999. Días antes de la votación, la presidenta y líder de la colación Alianza del Pueblo fue el objetivo de un ataque suicida con bomba de los LTTE en el que perdió la visión de un ojo. En diciembre de 2001, Ranil Wickramasinghe, que perdió las elecciones de 1999, se convirtió en primer ministro cuando el Partido Nacional Unido barrió en las elecciones al parlamento. Con este hecho se podría haber llegado a un punto muerto entre el parlamento y el poder ejecutivo al tratar de la inflación, la alta tasa de desempleo, la escasez de infraestructuras y, por supuesto, los 18 años de guerra civil, pero las imprevistas conversaciones de paz con los LTTE facilitaron la cooperación en el proceso político.
Las conversaciones de paz, con la intermediación de una delegación noruega, inspiraron un mes de alto al fuego el 24 de diciembre de 2001 (el primero en siete años), renovado en enero de 2002. Con el levantamiento del embargo que llevaba siete años sufriendo el territorio controlado por los LTTE, parecía que la paz era posible. Pero el proceso de paz se estancó en 2003, y a mediados de 2004 se temía que se iba a bloquear completamente, cuando una suicida explotó su bomba en un edificio gubernamental de Colombo.
En 2004, el tsunami devastó la costa del país, dejando más de 30.000 muertos.