Una jarra de espumosa cerveza, chocolate, pintura y burócratas, Bélgica despide un fuerte olor a burguesía. Pero si se sigue buscando se encontrará un ‘estado artificial’ formado por aproximadamente dos terceras partes de flamencos y una tercera parte de valones. Divididos primero por el orgullo y luego por el idioma, los belgas comparten un fuerte sentido familiar y un espíritu emprendedor indómito. Y si el protagonismo belga en el escenario europeo parece disminuir, ello se debe a que sus gentes difícilmente se jactan de ello. Este país reúne más historia, arte, gastronomía y arquitectura por centímetro cuadrado que muchos de sus ruidosos y mayores vecinos.