Malasia es uno de los países más agradables y fáciles de visitar del Sureste Asiático. Varias décadas de desarrollo económico sostenido y de estabilidad política han hecho de esta nación una de las más prósperas y ricas de la región. Si bien es cierto que el poder político (malayo) y la influencia económica (china) se han mantenido tradicionalmente separados según criterios étnicos, Malasia ha defendido una cultura pluralista basada en una vibrante fusión de culturas y costumbres malayas, chinas, indias e indígenas.
La mayoría de los visitantes de Malasia permanecen en la península, donde el atropellado ajetreo de Kuala Lumpur se compensa con la tranquilidad colonial de la estación de Cameron Highlands Hill o con el sopor hedonista de Langkawi. Pocos visitantes se acercan a Sarawak o Sabah, en la isla de Malasia Oriental, que cuentan con una fauna espectacular, casas comunales y el sobrecogedor monte Kinabalu.