Un país que intenta ilegalizar las corbatas y las gorras de béisbol bien merece un comentario. A pesar de hallarse estrechamente atado por las cuerdas de la economía y la política estadounidense, Micronesia se aferra con obstinación a su forma de vida tradicional: los hombres todavía lucen taparrabos y la moneda de piedra todavía circula. Los micronesios se sienten orgullosos de su pasado; en especial, porque navegaban por el Pacífico antes de que Colón conociese a la reina Isabel. En las aguas de estas tranquilas islas hay algunos de los mejores pecios (restos de naves naufragadas o hundidas) del mundo y se considera un paraíso, todavía por descubrir, para los amantes de la playa y el submarinismo.