Nada más pisar las extensas y abiertas llanuras que dominan Tanzania el visitante se sentirá muy, muy pequeño. Y así debe de ser, ya que en ese instante entra a formar parte de una de las mayores poblaciones de fauna salvaje del mundo. Ñus, monos, antílopes, leones, leopardos, cocodrilos, gacelas, flamencos… una larga lista que ha conocido en Tanzania la despiadada mano de los cazadores blancos -aunque en la actualidad prefieren las cámaras a las armas-. A pesar de una economía pobre agravada por alborotados vecinos y gobiernos coloniales oportunistas, Tanzania posee una de las mejores zonas del continente para la observación de la vida salvaje. Parques famosos como el del Serengeti y el Kilimanjaro, o el maravilloso cráter del Ngorongoro hacen que merezca la pena repostar en algunas de sus monótonas ciudades. Debe añadirse el atractivo apéndice del país: Zanzíbar, una de las islas de la costa tanzana, y antiguo centro de especias del que emanan exóticas y perfumadas aguas de baños persas.