Dublín
Lugar ideal para iniciar el viaje, Dublín es la capital de la República de Irlanda y la localidad más extensa y cosmopolita del país. Se trata de una ciudad atrayente y llena de color, con bellos edificios georgianos, que cuenta con una rica historia literaria y con pubs extremadamente acogedores. Dividida por el río Liffey, está rodeada de colinas al Norte y al Sur. La mayoría de los puntos de interés están situados al sur del río que, a diferencia de la mayoría de los de ciudad, es una corriente de aspecto rural habitada todavía por peces. La zona norte del Liffey puede que esté más descuidada pero, según el escritor Roddy Doyle, también tiene más alma.
Al dirigirse hacia el Sur, atravesando uno de los múltiples puentes, es inevitable toparse con la Custom House, gigantesco edificio georgiano del año 1780, situado en la orilla norte del río. También en la orilla norte y construido por el mismo arquitecto, James Gandon, destaca el edificio de Four Courts, cuyo bombardeo en 1922 inició la Guerra Angloirlandesa. Desde la rotonda superior de su construcción central, se disfruta de unas bellas vistas de la ciudad.
Trinity College es uno de los principales monumentos de la zona sur del río. Fundado en 1592 por la reina Isabel I, este complejo universitario presume de su campanario y de los muchos añejos y gloriosos edificios que lo componen. Sin embargo, su mayor interés gira entorno al Book of Kells, un manuscrito del año 800 d.C. aproximadamente, uno de los libros más antiguos del mundo. Esta obra maestra se encuentra en la Biblioteca Colonnades. Otras edificicaciones no menos impresionantes son el Banco de Irlanda, construido originariamente para albergar el parlamento irlandés; la catedral protestante de la Iglesia de Cristo, que aún conserva algunos restos del templo de madera danés original, del siglo XI, y la catedral de San Patricio, que data del año 1190 o 1225 (existen opiniones diferentes al respecto) y que, según se cuenta, se construyó en el mismo lugar donde el santo patrón bautizó a sus conversos.
Otra de las construcciones características de Dublín es su castillo, más bien un palacio que una fortaleza, mandado construir por el rey Juan en 1204, de cuya obra original sólo queda la torre Record. Una de las partes más antiguas de la ciudad de Dublín es el laberinto de calles de Temple Bar, que ahora están llenas de restaurantes, pubs y tiendas de moda. Entre los museos de la ciudad, destacan el Museo Nacional, con una envidiable colección de tesoros desde la Edad de Bronce en adelante; la Galería Nacional, en la que sobresale una bella colección de arte italiano; el Museo Heráldico, para aquellos interesados en seguir la huella del origen irlandés y, por último, el Museo Cívico de Dublín.
El esplendor de las edificaciones georgianas de Dublín puede apreciarse mejor desde el parque de St Stephen’s Green, un espacio de nueve hectáreas de vegetación situado en el centro de la ciudad. Otros lugares donde se puede contemplar arquitectura georgiana son Merrion Square, Ely Place y Fitzwilliam Square.
Dublín ofrece una amplia variedad de posibilidades de alojamiento, aunque se recomienda reservar con bastante antelación en verano. Alrededor de la calle O’Connell, al norte del río Liffey, existe un gran número de hostales, mientras que, en el sur, el alojamiento es más agradable, limpio y, evidentemente, también más caro. En el norte del río también se pueden encontrar restaurantes de todo tipo, pero donde hay más variedad es en la antigua zona de Temple Bar, al sur del Liffey.
Cork
La segunda ciudad en importancia de la República de Irlanda, con sus numerosos focos de interés turístico y su activa vida nocturna, suele sorprender al visitante. El centro de la ciudad está situado en una isla, rodeada por dos canales del río Lee. Al norte del río se encuentra Shandon, una interesante zona histórica, aunque un poco descuidada en la actualidad. Entre los lugares más sugestivos de la zona sur, destacan la catedral protestante de San Finbarr ; el Museo de Cork, en su mayoría dedicado a la batalla nacionalista en la que la ciudad desempeñó un papel importante; la prisión de Cork, del siglo XIX, y el Ayuntamiento, así como numerosas iglesias, fábricas de cerveza y capillas.
Además de los muchos y agradables pubs que posee la ciudad, Cork se enorgullece de su variada oferta cultural, que puede disfrutarse en el Palacio de la Ópera de Cork, en la Galería de Arte Crawford y en el Firkin Crane Centre. También pueden realizarse excursiones al castillo de Blarney, donde incluso los visitantes menos turísticos se sentirán obligados a besar la Piedra de Blarney. Cork se encuentra a unas cinco horas en autobús de Dublín, en dirección sur.
Waterford
Gracias a sus murallas, sus estrechos callejones y su torre normanda, conocida como torre de Reginald, Waterford conserva un aire medieval. La época georgiana también dejó un legado de bellos edificios, en especial los del Mall, una espaciosa calle del siglo XVIII. Entre las construcciones más importantes, destacan el Ayuntamiento, del año 1788, con una imponente lámpara de araña de cristal de Waterford, y el palacio Obispal. También resultan interesantes las numerosas iglesias de la ciudad, en particular el suntuoso interior de la catedral de la Santa Trinidad. Ante todo, Waterford es una ciudad comercial portuaria muy activa, situada en el río Suir, con un estuario lo suficientemente profundo para permitir que los grandes barcos atraquen en su muelle. El famoso cristal de Waterford se fabrica en una factoría situada a dos kilómetros de la ciudad. Waterford está situada en la esquina sureste de Irlanda y está muy bien conectada, tanto por autobús como por tren.
Galway
Con sus calles estrechas, sus viejos escaparates de piedra y sus bulliciosos pubs, la ciudad de Galway es un verdadero poema. Se trata del asentamiento más activo y poblado de la costa occidental, y la capital administrativa del condado de Galway. Su universidad atrae a muchos bohemios notables, y su agitada vida nocturna los mantiene allí. El abarrotado centro de la ciudad se extiende por ambas orillas del río Corrib, y la mayoría de las tiendas se encuentran en la oriental. La iglesia colegiata de San Nicolás de Myra, que data del año 1320, con su curiosa torre en aguja piramidal, es la mayor iglesia parroquial medieval de Irlanda, y en ella sobresalen sus tumbas. Entre los abundantes edificios de piedra de interés, se encuentran el castillo de Lynch, algunas de cuyas partes datan del siglo XIV, y el Arco Español, que es lo único que se conserva de la antigua muralla. En Galway se celebran considerables eventos culturales, entre ellos el Festival de Jazz de febrero, el Festival de Literatura de Semana Santa y el Festival de Arte, en julio.
Belfast
Superficialmente, Belfast es una gran localidad industrial no demasiada bonita que se remonta a tan sólo el siglo XIX. Sin embargo, su historia, llena de acontecimientos políticos y religiosos, ha conseguido que destaque sobre otras ciudades. Es, además, notable por su escaso tráfico y su estructura compacta, y entre sus monumentos, sobresale Donegall Square, rodeada de impresionantes restos de la era victoriana. En la parte oeste de la ciudad, la pobreza es más evidente; allí se encuentran las tantas veces nombradas calles Shankill Road (protestante) y Falls Road (católica). Dos servicios separados de taxi pasean a los turistas por estos recintos, delimitados por muros profusamente decorados con pinturas, al precio de unos diez dólares.
Donegall Square está dominada por el Ayuntamiento, cuya arquitectura no se puede calificar de bella. En ella también se encuentra la Biblioteca Linen Hall, que alberga una gran colección de literatura irlandesa. La zona situada al norte de la calle High Street es la parte más antigua de Belfast, y se conoce como Entries (las entradas); durante la II Guerra Mundial sufrió fuertes bombardeos y en actualmente sólo quedan en ella un puñado de pubs que atestiguan el carácter que tenía en el pasado. El río Lagan atraviesa la ciudad, y el horizonte de la parte oeste de Belfast todavía está dominado por las grúas de los astilleros. Queen’s Bridge, un precioso puente con lámparas ornamentales, es sólo uno de los numerosos pasos que cruzan el río. El Crown Liquor Saloon, un lugar que ejerce de museo y hospedaje a la vez, muestra la extravagancia de la arquitectura victoriana en su mayor grado: el exterior del edificio está revestido de cientos de azulejos diferentes, mientras que en su interior abundan las vidrieras y el cristal tallado, los mosaicos y el mobiliario de caoba. Es prácticamente imposible encontrar un sitio en su interior para tomar algo, incluso de pie; a pesar de ello, bien merece una parada.
El Gran Palacio de la Ópera, ubicado justo al otro lado de la calle, también ha sufrido bombardeos en repetidas ocasiones. Cerca de la universidad, se halla el Museo del Ulster, dedicado a la historia y la cultura, entre cuyas colecciones figuran objetos procedentes del naufragio de la Armada Española en 1588. A las afueras de la ciudad, se puede visitar el Zoo, muy bien situado y diseñado, el Parque Nacional de Cave Hill, el castillo de Belfast, que data del siglo XII aunque la estructura actual es de 1870, y Stormont, antigua sede del parlamento de Irlanda del Norte y actualmente residencia de la Secretaría de Estado para Irlanda del Norte.
La mayor parte de los restaurantes y alojamientos de Belfast se concentra al sur de Donegall Square y a lo largo de la zona conocida como Golden Mile (Milla Dorada).
Derry
El río Foyle circunda de forma pintoresca la antigua ciudad de Derry, creando un bello marco que desentona brutalmente con la realidad de la problemática historia reciente de la localidad. En la orilla occidental del río, se alza el casco antiguo, la pequeña parte amurallada de la ciudad, en cuyo centro destaca Diamond Square. Las alambradas deslucen la belleza de las murallas, aunque aportan resonancia a su historia. Desde lo alto, hay buenas vistas del Bogside y sus desafiantes pintadas (“¡No a la rendición!”), y del Monumento a Derry libre. Una vez dentro de las murallas, el Museo de la Torre describe la historia de Derry. La catedral de San Columbán, del año 1628, rodeada de alambradas y cámaras de vigilancia, se emplaza también en este punto. Durante el siglo pasado, Derry fue uno de los principales puertos desde el que los emigrantes irlandeses partían hacia Estados Unidos, y en el Museo del Puerto puede verse una pequeña colección de recuerdos marítimos. Se halla a tan sólo una hora y media en autobús de Belfast.