Port Louis
Port Louis, la pujante capital, rodeada por las montañas del extremo noroeste de la isla, puede considerarse una gran metrópoli (en relación al tamaño de Mauricio), aunque en ella habita una proporción relativamente pequeña de la población del país. Durante el día, se vive el gran bullicio propio de una ciudad con intensa actividad comercial: atascos de tráfico, ruido de bocinas,… Al anochecer, por el contrario, impera la calma, a excepción del recién construido y elegante complejo comercial Le Caudan, que dispone de casino, cines, comercios, bares y restaurantes junto al mar. Existe una zona claramente musulmana, en los alrededores de la plaza Muammar el Gaddafi (situada, curiosamente, en el extremo opuesto a lugar donde se halla la calle John F. Kennedy), y un barrio chino alrededor de la vía Royal. El centro urbano se puede cubrir fácilmente a pie.
Un enclave adecuado para hacerse una idea de la forma de vida en la población se focaliza en el mercado Port Louis, junto al mar, en el corazón del casco urbano. El mercado ofrece puestos de frutas y verduras, carnes y pescado, recuerdos, artesanía, ropa y especias; el visitante debe ir preparado para practicar su destreza con el regateo. En el mismo barrio se halla el Museo de Historia Natural, al que acuden numerosos visitantes para admirar una réplica disecada del dodo, el insólito miembro de un grupo de palomas, extinguido desde finales del siglo XVII. El centro alberga igualmente representaciones disecadas de otras aves extinguidas, así como algunos ejemplares de animales terrestres y de peces que no han desaparecido. En la ciudad únicamente existe otra institución que organiza exposiciones con regularidad: el Museo Postal de Mauricio, que presenta su colección de sellos mauricianos y otras exhibiciones filatélicas.
Los interesados en la arquitectura islámica pueden acercarse a la mezquita Jummah, construida en la década de 1850 y extrañamente situada en pleno barrio chino, y al fuerte Adelaide, que recuerda tanto a un fortín moro que los lugareños lo denominan la Ciudadela. Es el único de los cuatro fuertes británicos de Port Louis que permanece en pie y al que se puede acceder; las vistas desde la parte más alta, y que avistan el puerto, son fantásticas.
La capilla del Padre Laval, el Lourdes del océano Índico, se ubica al noreste del centro de la urbe, en Saint-Croix. El padre Laval, de quien se dice que convirtió a más de sesenta y siete mil personas durante sus veintitrés años en Mauricio, es recordado con una colorida estatua de yeso emplazada sobre su tumba. Los peregrinos están convencidos de los poderes curativos de este monumento, y acuden en tropel a tocarla.
Jardines Botánicos de sir Seewoosagur Ramgoolam
Estos jardines, situados en el pueblo de Pamplemousses (y conocidos también como Jardines Botánicos Reales) fueron creados por el gobernador Mahé de La Bourdonnais en 1735, con la intención de habilitar un huerto de verduras para su castillo de Mon Plaisir. En 1768 los terrenos fueron preparados por el horticultor francés Pierre Poivre en su intento de introducir especias, pero posteriormente fueron abandonados hasta que, en 1849, el horticultor británico James Duncan se hizo cargo de los trabajos. Su legado puede apreciarse en la variedad de palmeras del jardín.
La visita a estos modestos pero bien conservados jardines constituye uno de los placeres de un viaje a Mauricio. A pesar de contar con escasas flores, uno de los principales atractivos del parque se centra en los lirios acuáticos gigantes, Victoria regia, nativos del Amazonas. En el centro de una enorme hoja, la flor se abre un día de color blanco, y se cierra al día siguiente de color rojo. Igualmente, pueden descubrirse el bambú dorado, el zapote o árbol del chicle, la Acacia ditricha o árbol del veneno de los pescados, un árbol de bodhi de doscientos años y, de especial interés para los cristianos, un árbol de la cruz, cuyas hojas tienen forma de crucifijo. Las plantas aromáticas del jardín -jengibre, canela, nuez moscada, alcanfor y sándalo- son otro de los alicientes, así como algunos ejemplos de la fauna mauriciana difíciles de encontrar en el resto de la isla, como sambares de Sunda y tortugas gigantes. El jardín dispone además de una galería de arte y un cementerio, lo que permite a cada visitante elegir de acuerdo con sus gustos. Pamplemousses dista 11 km al noreste de Port Louis; ambas poblaciones están unidas con autobuses.
Moka y sus alrededores
Situada escasamente a 12 km al sur de Port Louis, Moka puede considerarse, en cuanto a atmósfera, un mundo aparte de la capital. Además de constituir el centro académico de la isla, disfruta de paisajes boscosos y elevadas montañas y cuenta con un elevado número de impresionantes mansiones. La Universidad de Mauricio se reparte la mayoría de los intelectuales de la isla con el Instituto Mahatma Gandhi, fundado para conservar y promover la cultura indo-mauriciana. El Museo Popular de Inmigración India del Instituto Gandhi cuenta con unos dos mil volúmenes de archivos que abarcan el período de 1842 a 1910, además de una pequeña colección de objetos, como joyas de los primeros emigrantes indios, instrumentos tradicionales de música, libros y otros enseres de uso cotidiano.
Otro emplazamiento de interés histórico es Le Reduit (el refugio), una antigua mansión de un gobernador, construida en 1874 y que en la actualidad la utiliza el ejército. Si bien el interior únicamente está abierto al público dos días al año (en marzo y octubre), una visita guiada por los jardines siempre supone una delicia. Otro atractivo lo conforma la casa Eureka, un edificio construido en la década de 1830 y que fue restaurado y abierto al público como museo en 1986. Como Le Reduit, ofrece unas espectaculares vistas del valle. La institución cultural posee áreas dedicadas a la música, el arte, la antigua cartografía, utensilios domésticos chinos e indios, y extraños aparatos, como una ducha de la época colonial. Es aconsejable dedicar un rato a deambular por las casitas de piedra y los jardines de la parte trasera. Tanto Le Reduit como la casa Eureka se hallan a 1 km de Moka -la primera al Sur; la segunda, al Norte-. La forma más sencilla de llegar propone el viaje en autobús y luego caminar, a menos de que se consiga convencer a un lugareño para alquilarle una bicicleta.
Más próximo a Port Louis se ubica Domaine Les Pailles, un esmerado centro cultural que cuenta con instalaciones para paseos en coches de caballos y en tren, además de una réplica en funcionamiento de un molino de azúcar movido por bueyes, una destilería de ron, un huerto, un manantial y un área de juegos infantiles. Un centro de equitación, Les écuries du Domaine, dispone de caballos para exhibiciones de doma y saltos de obstáculos, así como de ponis de Gales para los más pequeños. Ofrece igualmente diversos restaurantes étnicos y posee su propio club de jazz y casino. Domaine Les Pailles se encuentra a diez minutos en taxi de Port Louis o de Moka; también se puede tomar el autobús que une ambas ciudades y caminar media hora desde la carretera.
Moka se enclava prácticamente a medio camino entre Port Louis y Curepipe, al este de la M2. Existe un servicio diario de autobuses entre ambas ciudades; también es factible desplazarse en taxi.
Curepipe y sus alrededores
La ciudad de Curepipe debe su tamaño e importancia a la epidemia de malaria de 1867, durante la cual miles de personas huyeron de la plaga de mosquitos en Port Louis, en busca de una zona más elevada y saludable. La mayoría de los franco-mauricianos habita en comunidades cercanas y acude a Curepipe principalmente para efectuar las compras. Con su atmósfera de urbe comercial inglesa, Curepipe aparece como el centro de la industria del té y de las maquetas de barcos, además de constituir el lugar idóneo para gastar el dinero. La población en sí misma no merece más que una rápida visita. Los alrededores ofrecen un atractivo mucho mayor.
La calle más importante de Curepipe desde un punto de vista histórico es la avenida Elizabeth, donde se encuentra el recientemente renovado hotel de Ville (1902) o Ayuntamiento, de estilo colonial. En sus jardines se ha erigido una estatua de Pablo y Virginia, los dos amantes de la novela del mismo título escrita por Bernardin de Saint-Pierre en 1788. Al oeste del centro urbano se emplaza el Jardín Botánico de Curepipe, no tan espectacular como el de Pamplemousses, pero bien cuidado e informal, con senderos que se bifurcan de los caminos principales. Al norte del jardín se halla el cráter de Trou aux Cerfs, el principal punto de interés de la población. Aunque hace siglos que el volcán se ha extinguido, con su fondo poblado de vegetación, una carretera asfaltada asciende hasta el borde y lo circunda, con áreas de descanso desde las que se disfruta de excelentes vistas.
Sin un medio de transporte propio y buenas botas de montaña es difícil acceder a Tamarind Falls, a escasos kilómetros al suroeste de la ciudad, pero merece la pena el esfuerzo. Al final de la serie de siete cascadas es posible disfrutar de un baño en aguas profundas, y el terreno que las rodea resulta el indicado para efectuar excursiones.
Curepipe se encuentra en la meseta central-meridional de Mauricio y está bien comunicada con Port Louis (a unos 20 km al Norte) y otras poblaciones mediante autobuses.