Qué paseos y lugares conocer en Siria

Damasco

La mayor ciudad de Siria y su capital, creció en los alrededores del río Barada y del oasis Ghouta, que posibilitan la vida en un lugar donde, de otro modo, resultaría imposible habitar. Damasco tal vez constituya la urbe poblada más antigua del mundo, con un crecimiento demográfico constante: ya en el año 5000 a.C., existía un emplazamiento habitado en el lugar. En la actualidad, sus misteriosos bazares orientales y el refinado encanto de algunos de los monumentos más importantes del islamismo, algo deteriorados a pesar de todo, conforman buena parte de su fascinante legado. En los alrededores de la plaza de los Mártires, el centro urbano, se localiza la mayoría de restaurantes y hoteles.

El encanto de Damasco tiene su epicentro en su casco antiguo, rodeado por una muralla romana. El principal mercado cubierto, Souq al-Hamadiyyeh, es una vía adoquinada donde abundan las animadas multitudes, los vendedores ambulantes y el regateo de alto nivel. Frente al mercado, se encuentra la mezquita de los Omeyas. Este edificio, construido en el año 705 en los terrenos que ocupaban unos templos antiguos y una catedral cristiana, fue proyectado como la mayor mezquita del mundo. A pesar de que un fuego destruyó su interior en el siglo XIX, continúa destacando como una de las joyas de la arquitectura islámica, y cuenta con abundantes mosaicos de gran esplendor y tres originales minaretes.

En la capital, reposan los restos de Saladino, uno de los héroes más destacados de la historia árabe y el hombre que combatió contra los cruzados. La construcción del mausoleo de Saladino data de 1193; está cubierto por una cúpula roja y emplazado en un agradable jardín, más allá de la muralla norte de la mezquita de los Omeyas. El palacio Azem, al sur de la mezquita, que se levantó en 1749 alternando hileras de basalto negro y piedra caliza blanca, acoge actualmente la sede del Museo de las Artes y Tradiciones Populares de Siria. En el barrio cristiano, al este del casco antiguo, se halla la capilla de San Pablo, que señala el lugar donde, una noche, los discípulos ayudaron al apóstol a salir por una ventana para escapar de los judíos.

Takiyyeh as-Sulaymaniyyeh, al sur del Barada, destaca como una de las mezquitas más elegantes de Siria. Construida siguiendo los parámetros del estilo otomano en 1554, se compone de capas alternas de piedra negra y blanca y posee dos esbeltos minaretes. Merece la pena visitar el Museo Nacional, también al sur del río. En su día, la fachada de esta institución cultural se utilizaba como entrada al Qasar al-Hayr al-Ghabi, un antiguo campamento militar. El interior alberga una colección de piezas fantásticas, entre las que se incluyen unas escrituras del siglo XIV a.C. que emplean el primer alfabeto conocido del planeta, estatuas de Mari (antigua ciudad de Mesopotamia) de unos cuatro mil años de antigüedad, dos salas repletas de estatuas de mármol y terracota originarias de Palmira, armas damasquinadas, antiguos instrumentos quirúrgicos hallados en tumbas de cirujanos, una colección de libros del Corán del siglo XIII y una sala completa decorada según el estilo del palacio Azem en el siglo XVIII.

Alepo

Conocida como Halab por sus habitantes, Alepo es la segunda ciudad de Siria en tamaño y, desde tiempos romanos, un importante centro comercial. Con sus fascinantes zocos cubiertos, su ciudadela, sus museos y sus caravasares, apetece invariablemente pasar unos días en su seno. La ciudadela domina la urbe en el extremo oriental de los zocos, y el foso cuenta con un puente, en la zona sur, que conduce a la puerta fortificada del siglo XII. En el interior, la mayor parte de la fortaleza se halla en ruinas, aunque en la sala del trono, sobre la entrada, se ha efectuado una generosa restauración. Los únicos edificios de la ciudadela original que quedan en pie son una pequeña mezquita del siglo XII y la gran mezquita del siglo XIII.

Los fabulosos zocos cubiertos constituyen uno de sus principales atractivos. Sus laberintos se extienden por varias hectáreas, y al situarse bajo el techo de piedra abovedado, aparece la sensación de estar viajando repentinamente a otro mundo. Hay que dejarse sumergir en los dulces aromas de los cardamomos y los clavos, observar los animales muertos colgados en el zoco de carne. La mayoría de mercados se construyeron en la época otomana, aunque algunos datan del siglo XIII.

En el extremo septentrional de los zocos, se encuentra la gran mezquita, con un minarete no empotrado de 1090. El interior cuenta con un bello púlpito de madera tallada y, si se dirige la vista hacia la izquierda, se podrá contemplar la cabeza del padre de san Juan Bautista (es evidente que la decapitación resultaba una práctica habitual en su familia). El Museo Arqueológico acoge una excelente colección de instrumentos de Mari, Ebla y Ugarit. La mayoría de alojamientos y restaurantes se localiza en pleno centro urbano.

Palmira

Si únicamente va a visitarse un lugar en Siria, Palmira es el destino obligado. A diferencia de Petra, el otro objetivo turístico por excelencia de Oriente Próximo, Palmira es una ciudad pequeña que goza de una relativa tranquilidad: no obliga a atisbar entre ruidosos viajeros agrupados en paquetes turísticos para contemplar las ruinas. La urbe está ubicada en un lugar remoto, a 150 km del río Orontes por el Oeste y a 200 km del Éufrates en el Este. Sus vestigios históricos datan el siglo II d.C., aunque la ciudad inició su ascenso a la gloria coincidiendo con el dominio asirio. Durante un breve período de tiempo, constituyó un importante puesto de avanzada griego; en el año 217, Roma se anexionó Palmira, convirtiéndose en un centro de riqueza sin parangón. Su personaje más célebre, Zenobia, gobernó la población a partir de 267, cuando su marido falleció en extrañas circunstancias. La máxima mandataria se enfrentó a las fuerzas romanas, pero sufrió una aplastante derrota en el año 271, y Palmira quedó reducida a cenizas dos años después. En 1089, un terremoto acabó de destruirla.

En Palmira, abundan las ruinas por las que deambular. El templo de Bel consta de un patio cuadrado de piedra maciza. Al otro lado de la calle, se encuentra la Gran Columnata, una impresionante vía urbana bordeada por hileras de columnas que, en su día, formó la arteria principal de la ciudad. El arco monumental, en uno de sus extremos, ha sido restaurado. Al sur de la columnata, el teatro acoge un mercado y un salón para banquetes. En la cima de la colina que domina Palmira, se halla el Qala_at ibn Maan, un castillo árabe del siglo XVII. Su museo cuenta con algunas obras excelentes y rótulos en inglés. Existen varios establecimientos para alojarse y comer en la ciudad nueva que rodea las reliquias. Se puede acceder a Palmira desde la terminal de Homs o desde Damasco.

Krak de los Caballeros

Por una vez, un castillo está formado por algo más que una pila de escombros en el suelo; esta fabulosa fortaleza de los cruzados posee prácticamente la misma apariencia que hace ochocientos años. El Krak de los Caballeros, que custodiaba el único paso importante entre Antakya (Antioquia), en Turquía, y Beirut, en Líbano, fue construido y ampliado entre 1150 y 1250 y, finalmente, llegó a albergar a una guarnición de cuatro mil hombres. La fortaleza resistió diversos ataques, pero sucumbió ante los sultanes Baibar en 1271.

El castillo se divide en dos partes: una muralla exterior con trece torres, una muralla interior y una torre del homenaje. Ambas murallas están separadas por un foso, actualmente lleno de agua estancada, que se utilizaba para llenar los baños y abrevar a los caballos. Debe atravesarse la entrada principal, una imponente reja en el muro de 5 m de espesor, pasar las torres que defendían el castillo hasta llegar a un patio. Un corredor cubierto de delicadas tallas conduce a una sala abovedada, donde se puede contemplar un horno antiguo, un pozo y varias letrinas. La capilla de la fortaleza se transformó en mezquita cuando el sultán Baibar asumió el control de la zona; aún es posible admirar el púlpito. En la actualidad, el piso superior de la torre de la Hija del Rey acoge una cafetería; desde esta localización se disfruta de unas magníficas vistas. Existen alojamientos en la zona del Krak, pero también se puede optar por un sencillo viaje de un día desde Tartus o Hama.