Colombo
Colombo, la mayor ciudad de la isla, resulta una población ruidosa, frenética y un tanto alocada. Por suerte, las averías, el tráfico paralizado y los cortes del suministro eléctrico se reciben encogiéndose de hombros y esbozando una sonrisa. El lema nacional parece ser no hay problema ; ciertamente, la única frase que todo el mundo sabe y puede decir. A pesar de que la ciudad no resulta tan interesante como otras muchas zonas de la isla, sigue siendo un lugar colorista que merece la pena visitar.
Orientarse en Colombo resulta relativamente sencillo. Al norte, se extiende el distrito Fort, el centro de negocios del país, donde abundan los grandes almacenes, librerías, oficinas de líneas aéreas y está ubicada la sede del Banco Central, que los Tigres tamiles hicieron volar por los aires en enero de 1996. De igual modo, el distrito cuenta con numerosos centros de interés turístico, como la torre del reloj, un antiguo faro, la residencia del presidente (conocida entre como la Casa de la Reina) y un grupo de edificios coloniales que confieren al lugar una aureola de antiguo imperio.
Justo al sur de este punto, se localiza Galle Face Green, un paseo marítimo con vegetación esporádica salpicado de partidos de cricket, aficionados a las cometas y citas de enamorados. Los jardines Cinammon, más al sur, constituyen el barrio residencial más moderno de Colombo, con mansiones elegantes, calles bordeadas por árboles y el parque de mayor tamaño de la ciudad. Al este del distrito Fort se encuentra el distrito del bazar Pettah. Merece la pena perderse por sus calles; sorprende la profusión de artículos: frutas, verduras, carne, gemas, oro, plata, cobre y quincallería.
Los aficionados al arte no deben perderse el Museo Nacional, que alberga una buena colección de piezas históricas; la Galería de Arte, centrada en retratos y exposiciones temporales de artistas locales; así como las numerosas mezquitas y templos budistas e hinduistas de la ciudad. También se puede explorar la fauna de la isla en el zoológico de Dehiwala. El momento culminante es el espectáculo de elefantes que se representa por la tarde. La playa auténtica más cercana está situada a los pies del Monte Lavinia, un desvaído centro turístico 10 km al sur de la ciudad.
Los distritos de Fort y Pettah cuentan con alojamientos económicos, comida barata y buenas tiendas. La vida nocturna es prácticamente inexistente, aunque una visita al cine en el distrito Fort constituye toda una experiencia.
Kandy
La relajada capital de las regiones montañosas, e histórico baluarte del poderío budista, se erige en torno a un tranquilo lago, en una pintoresca hondonada de colinas. Presenta un carácter arquitectónico particular, gracias a los tejados de tejas ligeramente inclinadas, y el centro de la ciudad constituye un delicioso compendio de tiendas antiguas, bullicio, autobuses, mercados y hoteles. Su centro de interés más destacado se localiza en el octogonal Dalada Maligawa (templo del Diente), que acoge la reliquia religiosa más importante de Sri Lanka: un diente sagrado de Buda. Diariamente se celebran ceremonias en honor de la reliquia que atraen a peregrinos con ropajes blancos, flores de loto y franchipanieros.
Durante las frenéticas celebraciones del Esala Perahera, en Kandy, se exhibe una réplica del relicario, que se pasea en elefante por toda la ciudad. Entre otros centros de interés, destacan un pequeño, aunque excelente, Museo Nacional, los jardines botánicos de Peradeniya y el santuario de Udawattakelle, un tranquilo refugio ornitológico. En los alrededores de Kandy existen numerosos lugares pintorescos por los que pasear; uno de ellos conduce hasta el Mahaweli, donde cabe la posibilidad de contemplar elefantes bañándose. La Asociación Cultural y Centro Artístico de Kandy, situada junto al lago, acoge buenas exposiciones de artesanía local y un auditorio para interpretaciones de bailes populares.
Kandy se localiza justo en el kilómetro 100 al noreste de Colombo y aunque la ciudad carece de aeropuerto, entre los dos destinos funciona un gran número de autobuses y trenes.
Anuradhapura
Anuradhapura constituye la primera capital de Sri Lanka, un potente símbolo de poder cingalés y, entre las ciudades antiguas, destaca como la más extensa e importante. Se convirtió en capital en 380 a.C. y, durante más de mil años, los reyes cingaleses gobernaron desde esta gran ciudad. Sus impresionantes vestigios fueron descubiertos a principios del siglo XIX y, desde entonces, se encuentran en proceso de restauración. Se extienden por el oeste y norte de la moderna ciudad de Anuradhapura.
El emplazamiento más sacrosanto de la ciudad es el Sagrado Árbol Bo, un esqueje del árbol donde Buda recibió su iluminación. Se cree que el Thuparama Dagoba, el templo más antiguo de los muchos que existen en Anuradhapura, contiene la clavícula derecha de Buda. El Jetavanarama Dagoba destaca como la mayor estructura en pie y puede que, en su día, alcanzara más de cien metros de altura y tuviera capacidad para acoger unos tres mil monjes. Igualmente, la ciudad cuenta con museos que invitan a la exploración, estanques gemelos maravillosamente restaurados que los monjes utilizaban en baños rituales e inmensos depósitos construidos para transportar agua de riego a los cultivos de arroz. La bicicleta es el medio más adecuado para explorar la zona.
En su mayoría, los vestigios de la antigua Polonnaruwa, una ciudad a orillas de un lago situada 75 km al sureste de Anuradhapura, datan del reinado de la dinastía india Chola, en los siglos XI y XII, aunque cubren un emplazamiento más compacto y se encuentran en excelente estado. Anuradhapura se localiza 250 km al norte de Colombo. Entre ambas ciudades funcionan numerosos autobuses diarios; se puede optar por tomar un autobús antiguo o bien uno interurbano con aire acondicionado. Asimismo, existe un servicio de trenes hasta Anuradhapura, aunque funciona dependiendo de la situación del país en el norte.
Sigiriya
La espectacular fortaleza maciza de Sigiriya constituye un baluarte inexpugnable, un retiro monástico y una galería de arte en la roca. Erigida en el siglo V para rechazar una temida invasión, está emplazada en lo alto de una roca elevada a 200 m de altura y en el momento álgido de su gloria debió de ser una construcción similar a un chateau europeo plantado en medio de Ayers Rock. Cuenta con jardines acuáticos, frescos de doncellas realizados en la roca que datan del siglo V, y un muro de mil años de antigüedad con inscripciones de los visitantes, un par de enormes garras de león de piedra y vistas impresionantes.
Para llegar hasta Sigiriya desde Colombo, debe tomarse el autobús que tiene parada en Dambulla y, desde allí, cualquiera de los que salen cada hora hacia la fortaleza de piedra, a 191 km de distancia.
Hikkaduwa
Hikkaduwa destaca como el complejo turístico playero más desarrollado, aunque en la actualidad tenga un aspecto abandonado. Dispone de una gran variedad de alojamientos, buenos restaurantes y agradables playas con establecimientos de comida económica. Cabe la posibilidad de bucear en un santuario coralino atractivo y de fácil acceso, practicar submarinismo en restos de naufragios localizados en la bahía, realizar excursiones en embarcaciones con fondo de cristal y practicar surfing en buenas condiciones. Se trata de un lugar tranquilo, muy similar a los muchos complejos turísticos asiáticos que gozan de gran popularidad entre los viajeros occidentales. De igual modo, existen numerosas tiendas de artesanía que satisfacen los caprichos de los turistas, un templo budista, un lago cercano con abundantes aves y un poco de tráfico peligroso que se precipita a toda velocidad por la calle principal.
Con una elevada frecuencia de paso, unos autobuses recorren los 87 km hasta la costa desde Colombo, o bien funcionan cuatro trenes expresos diarios que merece la pena considerar. Asimismo, existen unos pocos trenes lentos, pero pueden tardar de tres a cuatro horas.
Galle
El puerto de Galle, considerado por algunos la ciudad bíblica de Tarquish, ilustra de un modo magnífico la solidez de la presencia holandesa en Sri Lanka. El fortín holandés, erigido en 1663, ha soportado los estragos del tiempo. Sus murallas macizas rodean el promontorio que constituye la parte antigua de Galle y sus muros ofrecen protección a recias casas holandesas, museos e iglesias. Esta zona disfruta de un ambiente tranquilo y relajado, que casi parece distanciarse del discurrir de la historia. El New Oriental Hotel, construido por los gobernadores holandeses en 1684, constituye una joya colonial con una bar de maravilloso ambiente pintoresco. En las cercanías, se divisa la diminuta franja de una playa apta para darse un chapuzón, aunque muchos viajeros prefieran proseguir por la costa hacia las excelentes playas de Unuwatuna, Weligama y Tangalla.
Infinidad de público y autobuses privados recorren en todas direcciones el tramo de 107 km entre Colombo y Galle, así como numerosos trenes exprés diarios.